domingo, 25 de mayo de 2014

Con la décima en el bolsillo

Corría el minuto ochenta y algo cuando vi la luz. Entonces dije en voz alta: el Madrid gana seguro. Hasta entonces no me estaba gustando el partido, el Atlético había llevado la final a su terreno. Un  juego lento, en ocasiones brusco, muy trabado, muy del estilo atlético, pero el Real Madríd a base de arreones y tirones desde ese minuto estaba consiguiendo elevar el ritmo a un nivel superior. Durante muchos minutos lo vi negro -he de reconocerlo- pero cuando en los últimos instantes del partido el Real Madrid , a base de casta y pundonor, aceleró y repitió ocasiones volví a creer. La vamos a ganar -me repetía cansinamente- y todos los que estábamos allí sufriendo con el resultado me miraban con la misma cara con la que se mira a un loco alucinado. Ellos también querían creer pero no lo conseguían. Yo, en cambio, lo sentía como algo seguro, lo creía. Sonreía por lo que estaba a punto de ocurrir. No sabía cómo pero estaba seguro de que el Real Madrid empataría y conseguiría, al menos, llegar a la prórroga, y una vez en la prórroga, con el signo del partido igualado, se lo llevaría.

Sabía que ocurriría pero sin embargo el gol se resistía, no llegaba, el tiempo se acercaba a su fin y las oportunidades se disolvían una tras otra en ilusiones vanas, pero yo seguía creyendo. Entonces llegó el descuento (cinco minutos) y el Real Madrid andaba volcado anhelando empatar, los atléticos sufriendo, las piernas no le respondían, la tensión les apresaba la intención, el Madrid galopaba ilusionado. El Atlético se resistía como gato panza arriba, pero el fútbol es trágico, justo mil veces y mil veces injusto, entonces llegó el gol de Ramos, el gol que millones de personas esperaban y que millones de personas temían. Un testarazo increíble en el descuento que dramatizaba el final. Unos sonreían soñadores y otros se derrumbaban incrédulos. El resto, es historia.

Después bajamos a la fuente a celebrarlo con los niños, para crearles esa fiebre futbolística, incitándoles a ser felices de esa forma tan natural como es saltar, vibrar y cantar. Sintiendo que la victoria, ganar, el éxito, es algo que se puede alcanzar de muchas maneras en la vida. Una de ellas -ya lo saben- es hacerlo con las victorias de un equipo de fútbol. ¡Hala Madrid!


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