miércoles, 29 de mayo de 2019

Hogjaw en el Louie Louie

Un martes en el Louie Louie Rock Bar de Estepona, alrededor de las once y media de la noche comenzó la banda de Arizona, Hogjaw, a soltar guitarrazos contundentes de souther rock. Se esperaba un buen concierto. Hay un buen feeling entre la sala y la banda. No es la primera vez que vienen y muy probablemente no será la última. Por ello no era difícil adivinar que sobre las tablas del Louie Louie se iba a dar una de esas noches de buen rock.

Comenzaron a saco con dos de sus grandes temas, Rollin' Thunder y Beast of Burden. En dos temas ya sabes de qué va a ir la cosa. Rock sólido y contundente,  con reefs que suenan a latigazos, de fondo un bajo grasiento y sobre todo una voz grave y profunda con ningún acercamientos a la guitonería. Southern hard rock de punta a punta.

Casi dos horas de concierto. Buenísimas guitarras y especialmente emocionante fue para mí, County Line, que es un temazo como pocos, seguida de Way Down Yonder que es otro de los temas sobresalientes de su discografía. Uno de los momentos que recordaré para siempre en esta sala.

El concierto fue desgranando uno a uno temas incluidos en su último disco en vivo, Up in Flames, que hace un repaso en directo a sus mejores temas. Entre sorbo de whisky y guitarrazos fue avanzando el concierto que nos dejó un enorme sabor de boca. Una de las bandas que si vuelven  cerca me tendrán el primero comprando la entrada. Lo pasé bomba.

Al final del concierto pude comprar el cd y que me lo firmaran. En casa a todo gas, suena divino.

sábado, 18 de mayo de 2019

Sophie Auster en el MVA

Una par de meses antes del concierto de Sophie Auster no la conocía, es decir, conocía su existencia pues soy seguidor de la obra de su padre y algo había escuchado, especialmente porque tiene el mismo nombre de mi hija, aunque no conocía que tuviera una faceta como artista musical. Pero como todo eso hoy tiene fácil arreglo, ya que uno entra en Spotify y en unos pocos clics ya tiene a su alcance lo que busca. Y eso hice, y me agradó lo que escuché. Así que junto con un par de amigos fuimos a ver el concierto.

Sophie Auster tiene una voz muy personal, con un registro grave, pero dulce, algo bastante inusual. El recinto era el MVA de Málaga, y se vendieron todas las entradas. Llegó acompañada de una banda muy completa con un bajista, un batería, un guitarra y un teclado. Ella puso su voz y un par los interpretó sola con una guitarra acústica.

La vi muy contenta y a gusto. Entonada. Con ganas de disfrutar del concierto. Yo me llevé muy buen sabor de boca y si tengo la oportunidad de volver a verla no lo dudaré. La recomiendo.

Al final del concierto tuve la suerte de poder saludarla y de que me firmara un cd. 

domingo, 12 de mayo de 2019

Fin de Semana en Chiclana

Todos los años escapamos con la familia de mi mujer un fin de semana a pasarlo juntos en un hotel de la costa chiclanera. De hecho normalmente siempre terminamos yendo al mismo hotel.

Ir a un hotel en régimen de todo incluido significa, sobretodo, comer más de la cuenta, pero también descansar bajo cielos de azules inmaculados, leer junto a una piscina, charlar y disfrutar con los niños -sobrinos incluidos- y tener tiempo hasta para derrochar. Cada año el fin de semana en Chiclana supone para nosotros algo así como el pistoletazo de salida o arranque del verano. El inicio de un periodo que se estira hasta septiembre o casi hasta la feria de Fuengirola, allá por la segunda semana de octubre.

Lo que empezó siendo una excepción y algo puntual se ha convertido en costumbre y ahora está casi tan asimilado en nuestros veranos como la arena de playa o las sardinas en espeto. Los niños se lo pasan bomba, disfrutan de lo lindo, y los padres, que no deseamos otra cosa que contemplarlos con una sonrisa en la cara, también lo pasamos estupendamente.

El hotel está en primerísima línea de playa y siempre que puedo me regalo un largo paseo por la amplia orilla que la costa chiclanera posee. El Atlántico parece que es de un azul más salado que el Mediterráneo y el viento trae tantas buenas nuevas como tristes despedidas. Y tan pronto como llegamos toca el momento de partir. Hasta el próximo verano.


domingo, 5 de mayo de 2019

Bob Dylan en casa

Bob Dylan no vino a actuar al salón de mi casa, pero casi. Vino a mi localidad, a Fuengirola. Venía de  actuar el día antes en Sevilla y se fue desde aquí seguidamente a Murcia. No era mi primer concierto de Dylan. La vez anterior lo vi en la plaza de toros de Málaga, la Malagueta, un 17 de abril de 1999. Recuerdo aquel concierto como uno de los conciertos con mejor sonido. Sonaba perfecto. También es cierto que yo estaba perfectamente situado en el mismísimo centro de grada frente al escenario.

Este año tomé las mismas medidas, centrado y a media altura frente al escenario. Con una puntualidad de lanzamiento espacial, y con una rigurosidad obstinada en contra del uso de los móviles dio comienzo el concierto. El sonido fue excelente, pero al ser la distancia más lejana y sobretodo el público con menor educación, no fue igual, en cambio vi a Dylan en muchísimo más en forma, o inspirado de lo que imaginaba. La banda que le acompañó era verdaderamente brillante. Cogen uno de sus clásicos, el que sea, le dan la vuelta, lo adornan, lo pintan, le ponen calzos, lo envuelven y te lo ponen delante. No te das cuenta de cuál es hasta que empieza a cantar, y a veces, si no te sabes la letra, aún tardas hasta el estribillo. ¿Una genialidad? ¿aburrimiento? ¿ganas de llamar la atención? ¿un juego? Quizás un poco de todo, pero a mí me encanta.

Teniendo en cuenta que el concierto que vi en el milenio pasado y éste, son de la misma gira, Never Ending Tour, -el título no lleva a confusión- es más que probable que le ha
ya dado tiempo a aburrirse de sus propios temas y que haya decidido, como distracción o juego, vencer ese aburrimiento con una genialidad, que es retorcer las canciones hasta casi hacerlas irreconocibles. Además ahora también traía un premio Oscar en su baúl de viaje y lo colocó sobre el piano. Pero todo no fueron giros instrumentales ni simetrías rítmicas, también hubo momento para ejecuciones perfectas. La interpretación de Scarlet Town me la llevaré a la tumba.

No quisiera dejar de escribir esta entrada sin comentar que las introducciones de las canciones, sin el famoso one, two three de los baterías, son maravillosos. A veces comenzaba el banjo, otras una guitarra que parecía estar afinando, a veces notas de piano sueltas, una maravilla.

La canción estaba andando, ya estaba sonando, pero no había terminado de arrancar, no habían entrado todos los instrumentos, alguno salía otro entraba, hasta que poco a poco, fue creciendo tanto que ya estaba yendo sola en su camino. Casi como cuando un niño aprende a andar. No había apenas silencio entre canción y canción, porque a veces algún instrumento se quedaba colgando en el tema anterior.

Por si se lo preguntan: sí, volvería ir a ver a Dylan sin pensarlo.