domingo, 19 de julio de 2015

El mundo visto desde el cielo - Ángeles Caso

Fui al rastro en busca de algún libro que me entrara por los ojos y me encontré con una impoluta primera edición de Planeta del libro de Ángeles Caso, El mundo visto desde el cielo. Me pareció un título cautivador y maravilloso. En la portada un muy adecuado autoretrato de Joshua Reynolds expuesto en el National Portrait Gallery de Londres. La primera impresión era inmejorable.

Leí la sinopsis del libro y ya quedé atrapado sin remedio. Un libro sobre la búsqueda de la inspiración, sobre el encuentro con el arte, los propósitos y despropósitos del arte sobre la realización individual. Sobre una existencia atormentada por la pasión, por la pasión creativa. Y todo mostrado como un monólogo, como una carta de despedida o de perdón, casi una confesión.

Curioseé por las primeras páginas y me encontré con una bella dedicatoria que decía:

 Para que puedas ver en palabras los sentimientos que llevas dentro.
Te quiero.
(Firmado) Juan.
Y siempre te querré.
8.Abril.1997

Esta dedicatoria -pensé- no puede seguir rodando sin rumbo por el mundo. Merece tener un lugar en una estantería, rodeado de otros libros, a ser posible junto a libros de arte, como forma de respeto al amor declarado. Así que pagué el euro que me pidieron por él y me fui como el portador de las bellas declaraciones de amor. A escasos cien metros de allí me senté en una terraza y despertándome con un café fui comenzando a leerla.

Pd: Soy un romántico.

sábado, 18 de julio de 2015

Marilyn Monroe 31

Julio es un mes de altas temperaturas, baños resfrescantes y bebidas con mucho hielo. Un mes para disfrutar de la plenitud de los días alargados y los cielos despejados. Un mes en el que las mujeres nos regalan el esplendor de su bronceado. Días de sonrisas amplias y sinceras en el que existe tiempo libre hasta para desperdiciarlo en siestas inesperadas. Los besos vienen envueltos en el aire refrigerado de una habitación con sábanas deshechas. Charlas abiertas al anochecer en terrazas abarrotadas. Un mes para amar la vida, la vida en mayúsculas, sin embargo a mí tanta alegría desbordante me produce una extraña nostalgia.


jueves, 16 de julio de 2015

Homeland. Season 3.

La tercera temporada de Homeland ha sido toda una sorpresa. Comenzó algo floja a mi juicio, pero a partir del capítulo cuarto o quinto y casi hasta el último suspiro del final fue ya un sinvivir. Pura intriga en el sofá. Una trama de espionaje y contraespionaje que te mantienen ojiplático y retorciéndote en el asiento. Casi contorsionándote. 

Mientras la serie transcurre, la cabeza no para de dar vueltas conectando lo que acaba de suceder con lo que esperas o sospechas que pueda pasar. Por muy rápido e intuitivo que uno sea conectado datos y acontecimientos, al final siempre queda sorprendido por el desenlace final en cada capítulo y admirado de que el resultado es mejor de lo esperado. Un final bien cerrado pero al mismo tiempo lo suficientemente abierto a distintas posibilidades, para que todo, o casi todo, pueda suceder, incluso lo que ni sospechas.

En esta tercera temporada ha pesado más la acción y la intriga que el drama psicológico, que en mi opinión podría haber sido demasiado pesado y reiterativo. Se le han añadido nuevos personajes -nuevas posibilidades- y también nuevos escenarios. Así, mientras la serie va avanzando, todo va a más, se amplían las opciones, la trama se complica, se multiplican las alternativas, pero de vez en cuando, un tiro en la cabeza, una bomba desde un dron o un arresto parecen ir allanando el camino y también aclarando el sentido del final, hasta que de pronto, en cuestión de un minuto, todo cambia.  Así es Homeland. No pienso esperar mucho en ver la cuarta temporada.

martes, 14 de julio de 2015

El toque de diana

Desde el pasado siete de julio hasta hoy me he levantado todos los días 10 minutos antes de los normal. Como cada año por estas idénticas fechas no quiero perderme el encierro diario de los Sanfermines, así que programo el despertador un poco antes y me deslizo aletargadamente desde la cama hasta el sofá del salón para disfrutar del encierro.

Los tres primeros días los vi solo, el cuarto se apuntó mi santa, que en el quinto se desapuntó, pero en cambio se apuntó mi pequeña Sofía, de nueve años, y el día siguiente Miguelito, de seis, y desde ese día todos -incluida mi señora- me pedían que los despertase para ver los encierros. Los tres últimos días la familia al completo nos sentamos cinco minutos antes de las ocho en punto de la mañana para ver los Sanfermines. Hoy ha sido el último encierro de las fiestas de 2015.

No se me ocurrió mejor manera de despertarlos que cantarles el clásico cántico de los mozos a San Fermín:


 ¡Viva San Fermín! ¡Viva!

Ahora todos se los saben y hasta lo cantamos a coro. ¡Hasta el año que viene!


domingo, 12 de julio de 2015

Una Orval

Pocas cosas me refrescan más como una cerveza helada. Una cerveza bien fría en el momento apropiado puede modificar un estado de ánimo, la confianza en nuestras posibilidades y sobre todo puede alegrarnos el día. Y en algunas ocasiones hasta nos ayuda en la siesta, o al menos a mí me pasa.

El caso es que hoy voy a presentarles una de esas cervezas que se me han ido quedando en el camino, la he ido dejando atrás, esperando que llegara su momento y un día por otro la cerveza sin beber, aunque en este caso no es del todo cierto. La cerveza que hoy presento es una Orval, y no se quedó sin beber. La Orval es una cerveza que probé un verano de hace casi cuatro años en el viaje que mi santa y yo disfrutamos por Bélgica. Aquel día de agosto acabábamos de salir del Museo del Cómic de Bruselas y estábamos deseando descansar los pies y de picar algo porque ya era la hora del almuerzo y con tanto caminar el apetito se hace notar rápidamente. No muy lejos de allí, en una animada plaza, pudimos tomar asiento en un restaurante junto a una amplia ventana desde la que pudimos descansar nuestros pasos al mismo tiempo que contemplábamos distraidamente el trasiego de la plaza.

La primera cerveza que pedí en aquel restaurante ya la presenté en este blog hace unos años, fue una Westmalle, y me quedó pendiente presentarles la segunda que caté aquel día, una Orval, una cerveza trapense de un razonable 6'2 % de alcohol. Después de aquel día volví a tomarme otra Orval un par de años después. Recuerdo que era una cerveza muy aromática, con un sabor fuerte  y un color cobrizo oscuro pálido y con espuma densa, nívea y duradera.

No puedo añadir muchos datos más porque mi memoria es bastante perezosa en ocasiones, pero recuerdo perfectamente que me pasó como aquella cita de Bécquer, aunque parafraseándola con cervezas en lugar de con libros. El recuerdo que deja una cerveza es más importante que ella misma, (por favor disculpen mi osadía al parafrasear).

martes, 7 de julio de 2015

El dormilón

Soy un hombre de dormir poco. Quiero decir que no soy de perezosas mañanas de domingo en la cama, al contrario, soy más de apagar el despertador y saltar de la cama. Es más, la mayoría de las veces estoy despierto bastante antes de que suene el despertador.

Sea por lo que sea no suelo dormir mucho más allá de seis horas, tal vez siete pero casi nunca ocho y jamás nueve.  La siesta la echo, como mucho, un par de veces al mes, porque con el horario partido del trabajo me es imposible y los fines de semana están tan cargados de actividades que en la mayoría de las ocasiones ni contemplo la posibilidad de echar una cabezada en el sofá. Con todo, no suelo ir bostezando por la vida. Al contrario, desde el minuto uno que he puesto el pie junto a la cama ya me siento cien por cien despierto.

Mi momento más perezoso y aletargado del día es después de la comida. Me levanto de la mesa a recoger los platos y mi cuerpo me está pidiendo un descanso y mi mente aún más, pero poco a poco, con más esfuerzo que voluntad voy ganándole terreno al sueño. 

Sin embargo, este último fin de semana algo ha pasado. Les cuento: Llevo como tres semanas que sufro unos intensos picores por los dos brazos, que en principio intenté ignorar, hasta que ya era tanto lo que me rascaba que pareciera que tuviera pulgas por los brazos, de manera que comencé a tomarme un antihistamínico cada noche antes de acostarme y los picores comenzaron a remitir, pero tan pronto dejé de tomármelos los picores regresaron con inquina. Así que decidí ir al médico.

El jueves pasado el médico me duplicó la dosis y me aconsejó combinar los dos antihistamínicos, los que yo me automediqué primeramente y el que él me acababa de prescribir, y me advirtió que entre los efectos secundarios estaba la somnolencia, y que si tenía que conducir que lo tuviera en cuenta. Yo ya había escuchado todo eso de que los fármacos producen somnolencia y hasta la fecha, me afectaba tanto como la subida en bolsa del Yen -que puede que me afecte pero no soy consciente-, aún así, como no tenía que conducir, no problem.

El caso es que este fin de semana he dormido como nunca. He ido a la playa el viernes y el domingo, en ambos días me eché una tremenda siesta en primera línea de playa, el sábado -no podía ser menos- la disfruté en la cama con el aire acondicionado refrescando mis sueños.  Desperté tarde los tres días y además me acosté pronto. El sábado, a media mañana, mientras todos en casa habían ido a la piscina y yo me quedé en casa leyendo, y en realidad no avancé mucho más de tres páginas, mientras que el domingo, al regresar de la playa, después de la ducha, me quedé dormido esperando la hora de la cena. ¡Increíble!

Mi niño cansado de que yo durmiera tanto me preguntó: ¿qué te pasa papá? ¿estás malito?

sábado, 4 de julio de 2015

Jane the Virgin. Season 1.

La última serie que hemos visto mi santa y yo ha sido la primera temporada de Jane the Virgin. Acabábamos de terminar de ver Fargo -creo recordar- y teníamos pensado meternos en otra, y para no ir perdiendo la costumbre de ver series en inglés, comenzamos a grabarla con el iplus de Canal +, de manera que pudimos esperar a terminar de ver Fargo antes de comenzar la siguiente.

Jane the Virgin nos pareció una buena serie para verla en inglés subtitulada en inglés porque aunque es una serie americana, en realidad es de origen hispano, y algunos de los diálogos están en castellano, ya que la abuela de Jane, Alba, sólo habla en castellano, y cuando su personaje interviene los diálogos en ocasiones parecen llevados a cabo por gibraltareños. Es hasta gracioso.

La primera temporada ha constado de 22 capítulos y los primeros capítulos los vimos con algo de retraso, pero en poco tiempo conseguimos ponernos al día y últimamente hemos tenido que seguir viéndolos al ritmo de un capitulo por semana.

Es una serie cómica, actual y descarada, donde el ritmo de guión es verdaderamente trepidante y vertiginoso y las distintas situaciones se suceden una detrás de otra, en ocasiones, inverosímilmente. En algunos capítulos confieso que me cansé de tanta vuelta de tuerca y de tanto salto de guión, sobretodo en lo que de amoríos se trataba, pero en general tiene un no-sé-qué que la hace entretenida y divertida. Mi personaje favorito es, por ahora, Rogelio de la Vega, el padre de Jane, un engreído, presumido, narcisista galán de telenovela venido a menos que se cree el auténtico eje y motor de la vida de todos los que le rodean. ¡Me parto!