domingo, 31 de julio de 2016

Ciclos grazalemeños

Esta tarde regresaba en coche de pasar un fin de semana junto con la familia y unos amigos en El Bosque. Un fin de semana de baños en la piscina, largas siestas en la habitación, algo de lectura y sobre todo gozosas conversaciones alrededor de delicias gastronómicas locales.

En el trayecto de vuelta a casa decidimos realizar un alto en Grazalema, localidad donde mi santa estuvo viviendo dos años. Ambos le tenemos un cariño especial a Grazalema. Pasamos muchos días juntos allí. Recién nos casamos el destino nos separó y ella tuvo que marcharse a pasar dos cursos. Ahora todo queda muy atrás y el tiempo ha difuminado gran parte de la amargura de aquellos recuerdos. Al menos a mí sólo me vienen los buenos y, en cierta parte, los añoro. Flotan en mi memoria envueltos en el aroma de la juventud, de un incierto futuro por delante que ya es realidad. Años gastados por el uso de la vida, en la que he sido bastante bien tratado, la verdad, aunque también podría poner alguna que otra queja. En cualquier caso aquel pasado fue el germen aleatorio de este presente también azaroso y caprichoso. Nuestro par de mocosos por ejemplo.

Regresar a Grazalema es algo casi cíclico en nuestras vidas. Muchos de nuestros recuerdos se pueden medir por fases grazalemeñas, similar a como los indios americanos contaban los ciclos lunares dividiendo las estaciones.

Definitivamente ya he perdido la cuenta de las veces y con las personas con las que hemos ido. En todas estas visitas me vienen de nuevo recuerdos agridulces. Es posible que con los años los recuerdos se vayan volviendo más dulces. No lo sé. Esperemos que sí.



domingo, 10 de julio de 2016

Una Sol

Estamos de lleno en el verano. Y también en mitad del verano están plantadas mis vacaciones. Cuanto más cerca están más nervioso e impaciente me siento. No va uno contando los días pero los siente, está al caer. El calor, las horas de luz, la alegría por las calles, los niños en casa, ociosos, mi mujer también deseando que yo coja vacaciones para poder realizar actividades conjuntas. Todo lo que me rodea exige tiempo libre, horas de ocio, buscar alivio para el Sol que más quema.

Para sobrellevar esta espera, pocas cosas hay como disfrutar de una cerveza bien fresca, como por ejemplo una cerveza Sol. Esta cerveza mejicana es una de las lager más refrescantes por excelencia, además de una de las más extendidas junto con la Coronita. Como costumbre a ambas se les suele introducir en el cuello del botellín una rodaja de limón, que le ofrece un sabor más cítrico. Debido a esta peculiaridad es por lo que se suelen beber directamente de botellín.

A mi gusto es una cerveza demasiado suave, aunque muy refrescante. Su baja graduación alcohólica 4'5% permite dejarse llevar más fácilmente. De hecho en el botellín viene muy a las claras dicho que "está hecha con Sol, pasión y alma para un sabor refrescante".

Seguro que ya hace mucho que la han probado porque es una cerveza muy standard y se encuentra casi en cualquier gran almacén, y si tienen un poco de curiosidad en cuanto a cervezas hablamos pues ya sabrán de lo que les estoy hablando, y bueno, ya saben, estamos en esos calurosos días en los que -por lo menos a mí me pasa- importa más que sea refrescante a que sea muy sabrosa. Ustedes eligen.

domingo, 3 de julio de 2016

Un sueño hecho realidad

Después de regresar de mi personal tour de rock por la piel del toro, no deseo otra cosa que bucear de nuevo en todo aquello que viví. He descubierto grupos a los que conocía solamente de oídas con algún disco entresacado de sus discografías, también he consolidado grupos que me tenían ya hace tiempo agarrado de las orejas y sobre todo he subido un sólido escalón al concepto que ya tenía en una alta vitrina a lo que la música en directo significa. Pocas cosas hay tan emocionantes como la música en directo. Nada más demoledor que una onda de riffs de guitarra directa al pecho.

En apenas un mes he visto a Bruce Springsteen en el Bernabéu, a Radiohead, Sigur Rós o PJ Harvey en el Primavera Sound o a Biffy Clyro, Gary Clark, Jr y Neil Young en el MadCool, y, para terminar, con una noche en el siempre adecuado Teatro Cervantes con la música de John Grant. En estos días he dormido en hoteles y en colchonetas o sofás prestados por amigos, he tomado aviones de madrugada, AVEs, trenes de cercanías y autobuses, he esperado largas colas, sufrido grandes madrugones y sobre todo he estado muchas horas de pie, muchísimas. Esto que leen y que puede sonar a incomodidad y a cansancio, ha sido para mí como un sueño hecho realidad. Una experiencia vital en conjunto que no olvidaré.

Lo malo de todo esto es que lo veo algo irrepetible, pero lo bueno es que lo vivido me lo llevaré hasta  mis últimas cenizas. 

Pd: Todavía tengo pendiente algún directo (sonrisa socarrona).