Después de regresar de mi personal tour de rock por la piel del toro, no deseo otra cosa que bucear de nuevo en todo aquello que viví. He descubierto grupos a los que conocía solamente de oídas con algún disco entresacado de sus discografías, también he consolidado grupos que me tenían ya hace tiempo agarrado de las orejas y sobre todo he subido un sólido escalón al concepto que ya tenía en una alta vitrina a lo que la música en directo significa. Pocas cosas hay tan emocionantes como la música en directo. Nada más demoledor que una onda de riffs de guitarra directa al pecho.
En apenas un mes he visto a Bruce Springsteen en el Bernabéu, a Radiohead, Sigur Rós o PJ Harvey en el Primavera Sound o a Biffy Clyro, Gary Clark, Jr y Neil Young en el MadCool, y, para terminar, con una noche en el siempre adecuado Teatro Cervantes con la música de John Grant. En estos días he dormido en hoteles y en colchonetas o sofás prestados por amigos, he tomado aviones de madrugada, AVEs, trenes de cercanías y autobuses, he esperado largas colas, sufrido grandes madrugones y sobre todo he estado muchas horas de pie, muchísimas. Esto que leen y que puede sonar a incomodidad y a cansancio, ha sido para mí como un sueño hecho realidad. Una experiencia vital en conjunto que no olvidaré.
Lo malo de todo esto es que lo veo algo irrepetible, pero lo bueno es que lo vivido me lo llevaré hasta mis últimas cenizas.
Pd: Todavía tengo pendiente algún directo (sonrisa socarrona).
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