jueves, 26 de enero de 2017

Breaking Bad. Season 5.

No sé si exagero cuando afirmo que Breaking Bad es la mejor serie que he visto en mi vida, pero si no lo es está muy cerca de serlo. Grandes personajes, estupendos actores y un guión excelente. Alrededor de eso coloquen todo aquello que es importante pero que no se ve. O mejor dicho, se ve pero no nos damos cuenta -o sí-. Fotografía, vestuario, ambientación, maquillaje, montaje, música y un larguísimo etcétera que aparece en los títulos de créditos, que están ahí pero nadie los ve -o sí-.

Yo ofrezco desde este perezoso microblog mi enhorabuena a todos aquellos que de alguna manera interevinieron en hacer posible que yo, desde mi sofá, y junto a mi señora, haya podido disfrutar al completo y en versión original de estas cinco temporadas. Me quito imaginariamente el sombrero que no llevo y me pongo en pie ante todos ellos. Gracias.

Los giros de guión, los cambios inesperados en las situaciones, la manera de tensar los diálogos, la trama. Buff. Una maravilla.



miércoles, 18 de enero de 2017

La gata sobre el tejado de zinc caliente - Tennessee Williams

Éste es un libro que compré cuando aún estaba soltero -y todavía vivía con mis padres- en la económica colección que publicó el diario El Mundo, allá por finales del siglo XX. Una colección que recogía una selección de los 100 mejores libros del milenio, o al menos eso es lo que mantenía el título de la colección. Lo cierto es que no están todas las que son ni son todas las que están, pero sí que acierta mucho.

Un buen día de hace ya bastantes años, mi madre me comentó que iba a ir en tren a Málaga, supongo que a visitar a sus padres -mis abuelos-, y me preguntó si yo le podía ofrecer un libro que fuese manejable y que le amenizara el tiempo del trayecto. No recuerdo exactamente el número ni las novelas, pero le puse unas cuantas por delante.  Ella seleccionó ésta. Le dije que no la había leído pero que, bueno, era un clásico. 

Lo leyó en ese día, no era necesario más. Me dijo que le gustó y que me lo leyera cuando llegaran las vacaciones, porque yo por aquella época estaba metido en estudios. Por una cosa o por otra ese día no llegó hasta esta fecha, y aunque he tardado mucho, creo que ha sido buena cosa leerlo ahora y no entonces.


sábado, 7 de enero de 2017

Los regalos

Ya han pasado prácticamente las fiestas navideñas. Ha sido algo intermedio entre una bocanada de aire fresco y un cálido suspiro. Ahora llega irremediablemente el momento de colocar los regalos recibidos por los rincones de la casa: situar la nueva botella de whisky escocés de malta justo detrás de la que ya está llegando a su fin. Encontrar sitio adecuado a los libros nuevos junto a los que tenemos, no siempre es tarea fácil. Sustituir las alpargatas impecables por las viejas que ya hacía tiempo que habían desmullido de su abrigo interior. Guardar con mimo ese par de entradas de teatro, que harán la espera hasta la fecha, si cabe, un período más ilusionante.

Los regalos son eso. La ilusión confirmada en hecho. Bien un libro que nos aportará un tiempo íntimo viviendo otras vidas, o bien una obra de teatro, o un concierto que nos permitirá soñar en la imaginación. Lo más cercano a vivir el momento, el carpe diem instantáneo. Evadirnos de un presente que nos gusta y agrada pero que aspira a mejorar a través del arte. Es posible que saber disfrutar del arte sea algo natural y puede que sea en realidad lo que más nos diferencie del resto de los seres vivos, pero les aseguro que también tiene una cantidad bastante significativa de aprendizaje. 

La emoción de los sentimientos al escuchar una canción, al leer una poesía, al terminar un libro, al ver una película que nos emocione o al contemplar un cuadro o una estatua, o el simple aletear de una cigüeña  al abandonar sus polluelos en el nido, puede producirnos unos sentimientos que son posiblemente el mayor regalo de la vida.

No es necesario buscar mucho para encontrar el arte a nuestro alrededor. Sólo hay que saber cómo y dónde mirar.

Saber gozar de placeres sencillos es en realidad un signo natural de inteligencia. Los amaneceres anaranjados, el cielo estrellado, el frescor de la brisa matutina en la cara, el intenso jugo de la fruta madura, el refrescar del agua para saciar la sed, el sueño y el despertar, caminar en silencio o en compañía, la poderosa contemplación de un campo plantado de chopos, un niño durmiendo o jugando o riendo, una abeja obrera sobre una margarita. La belleza está en todas partes, sólo hay que saber apreciarla. Abran sus sentidos y busquen sus regalos.