miércoles, 25 de noviembre de 2015

Marilyn Monroe 32

Cuentan los que conocieron a Marilyn Monroe que un rasgo destacado de su personalidad es que se afectaba muy intensamente y con excesiva facilidad por todo lo que la rodeaba. Se le acusaba de ser demasiado crédula y poco reflexiva. Pero esta misma peculiaridad de su naturaleza la cubría de una sensibilidad y empatía hacia los que la rodeaba fuera de lo común, que la convertían en un ser especial.

Cuentan que las desgracias ajenas la apenaban tremendamente y que su sensibilidad y quizás falta de carácter para afrontarlas la sumían en un aletargamiento depresivo inmediato. No quisiera imaginarme cómo viviría Marilyn Monroe los desgraciados acontecimientos que nos están tocando vivir.




viernes, 20 de noviembre de 2015

Homeland. Season 4.

La semana pasada mi santa y yo terminamos de ver el último capítulo de la cuarta temporada de Homeland. En mi opinión la mejor de todas las temporadas hasta ahora. Es completamente adictiva, aunque el final me ha dejado un poco frío, pero no voy a comentar nada de él porque no me gusta destripar la historia. Sí puedo decir, en cambio, que la particularidad de que gran metraje de la cuarta temporada esté rodado fuera de los Estados Unidos provoca que la trama parezca más atrevida e imprevisible. Un giro estupendo en el guión.

La quinta temporada  está ya en antena. Lleva cuatro o cinco capítulos, no lo sé, pero creo que esperaremos a que termine para meternos de nuevo en ella. Ahora estamos a caballo entre la segunda de Fargo y la segunda de Breaking Bad. Y es que últimamente estamos viendo más series que películas. En primer lugar porque no nos queda mucho tiempo al final del día, y una serie se ajusta al tiempo del que disponemos. Además las series actuales están en un momento estupendo. Evidentemente hay de todo, basta zapear un rato para darse cuenta, pero hay mucha calidad en las series: directores de primer orden, guionistas estupendos y grandísimos actores, y todo ello, imagino, debido a que se ha puesto mucha grasa en las series. Y me alegro.

No soy mucho de hacer recomendaciones, aunque luego me doy cuenta de que lo hago más de lo que creo y debo, pero pueden estar seguro que esta serie bien merece la pena. Ustedes hagan lo que les parezca mejor.


martes, 17 de noviembre de 2015

Sin respuestas

Enciendes la televisión con la intención de ver un partido de fútbol amistoso y así poder relajarte y descansar al final del día. Entonces comienzan a poner teletipos en la parte baja de la pantalla. Un atentado en París. Las primeras informaciones son confusas. Se confirma que hay más de un atentado en París. Comienzan las primeras estimaciones de fallecidos. Decides saltar a otros canales y te quedas congelado, con el mando en la mano, sin mover un dedo, nada. No lo puedes creer. ¿Qué clase de barbaridad estás viendo? No comprendes nada, estoy a años luz de comprender lo que está pasando. Lo que ya ha pasado, o quizás no, porque esto sigue pasando, lleva pasando desde el inicio de los tiempos. Desde que el hombre es hombre, o incluso desde antes y todavía no ha acabado. Sigue ocurriendo.

Piensas que no puede ser simplemente una diferencia de creencias, no puede ser sólo yo tengo mis ideas y las tuyas y las mías se estorban. No. No puede ser mi Dios es más fuerte que el tuyo. No comprendo nada.  Empiezo a hacerme preguntas, una cascada de preguntas me saltan a la mente: ¿por qué?, ¿cómo es posible?, ¿como hemos llegado a esto?, ¿cómo se arregla esto?, ¿cómo se evita?, ¿qué se ha hecho tan mal? No encuentro respuestas a las preguntas que todos nos hacemos. Las preguntas son múltiples las respuestas nulas. Sólo sabes que muchas cosas se deben estar haciendo mal desde hace mucho. Tienes ganas de llorar por las víctimas, por los tiempos, por nuestros hijos que heredarán esta barbarie...

Han pasado cuatro horas y no te has movido del sofá. Aturdido apagas la televisión pero permaneces sentado frente a ella. Con la luz apagada la oscuridad te envuelve. El silencio es absoluto. Estás sobrecogido. Sé que dormir va a ser complicado. Me asomo al cuarto de los niños y están dormidos. Plácidamente dormidos. Ahora no tengo tan claro que sean unos niños afortunados. En ese momento no me siento tan a años luz de lo sucedido esa noche.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

No tengo arreglo

En algún sitio leí que no había nada tan efímero y duradero como el tiempo.  A todos nos pasa que alguna vez el tiempo se expande en el vacío de las horas, como cuando estamos esperando algo con gran expectativa y, por mucho que se acerque el momento, el instante se dilata hasta la eternidad. Sin embargo, esa misma medida de tiempo se disuelve (es mi caso) en las salas de las pinacotecas como la sal en el agua, el tiempo entonces es hirientemente fugaz. Luego puede que nada haya más relativo que medir el tiempo, pero a la vez pocas cosas conozco más constantes y seguro que nada más irreversible.

No sé si cuando llegue mi hora definitiva, el fin de mis horas -espero que aún lejana- seré consciente del fin. Preferiría no serlo, pero supongo, por lo poco que me conozco, que lo que me condenará más será pensar que desperdicié mis días, que pasé horas y días futilmente, pero es que claro, ¿cuál es la mejor manera de aprovechar el tiempo? Esta pregunta, a mi juicio, no tiene una respuesta cierta y única, es una pregunta capciosa, porque aprovechar el tiempo es dificilísimo y, al mismo tiempo, facilísimo. Hay quien aprovecha el tiempo echando una siesta y quien a lo mismo lo considera una pérdida de tiempo. A mí me pasan ambas cosas.

Es posible que lo más cercano que conozco a aprovechar el tiempo sea hacer lo que a uno le apetezca, pero hay tan pocas ocasiones para hacer realmente lo que a uno le apetece, sobretodo teniendo en cuenta que no siempre sabemos con seguridad qué es aquello que nos apetece. En contadas ocasiones tengo claro lo que me apetece. Más bien tengo claro lo que no me apetece que lo que sí.  Es algo así como cuando llego a un restaurante y veo la carta. Es fácil descartar lo que uno no quiere, el problema llega después, cuando tienes que seleccionar entre los platos que te gustaría tomar. Al final me dejo llevar por la intuición, pito pito gorgorito, o por lo mismo que pida el que está acompañándome, no vaya a ser que yo me pida otro plato y luego le envidie el suyo. Que esa es otra. Después de comer, a veces piensas, quizá debí pedirme aquel otro plato que también tenía buena pinta. En fin, que no tengo arreglo.


viernes, 6 de noviembre de 2015

Castañas asadas

Acaba de terminar el verano, el otoño tiene envoltorio de suspiro y las navidades están a la vuelta de la esquina, pero como todo tiene su tiempo, y no es cuestión de ir saltándose las estaciones, mientras  llega el momento del turrón y los mantecados tenemos entre nosotros las castañas asadas. 

Salí del trabajo y en un puesto de castañas rodeado de denso humo junto al mercado central compré un cartucho de tres euros, que dan para dieciocho castañas asadas. Pocos minutos después, al abrir la puerta de casa y anunciar que traía castañas, los niños se abalanzaron sobre mí como un depredador sobre su presa.

El primer cartucho de castañas asadas de la temporada siempre llega con ese aire de novedad cíclica -si es que es posible que algo cíclico sea al mismo tiempo novedoso-. En esta ocasión las castañas se pelaban con extraordinaria facilidad, lo que fue una sorpresa decepcionante. Yo esperaba pelarles las castañas a los niños tal y como mi madre me las pelaba a mí, con minuciosidad y paciencia, pero no fue necesario, ellos es un santiamén y casi si esfuerzo las pelaban completamente. En cierta manera fue descorazonador, pero con el intenso sabor de la primera castaña asada el inesperado chasco se diluyó inmediatamente. No importa -pensé-. Ya habrá otros días con castañas difíciles de pelar. Entonces viví un déjà vu. Tenía la sensación de que ya había vivido esa imagen con antelación. No era capaz de anticipar nada que pudiera pasar, pero mi mente me repetía la idea, una y otra vez, de que aquello ya lo había vivido. Los cuatros en la cocina, sentados juntos alrededor de un cartucho de castañas. La sensación era extraña pero lógica, porque al fin y al cabo, ¿es posible que algo cíclico sea novedoso?