Julio es un mes de altas temperaturas, baños resfrescantes y bebidas con mucho hielo. Un mes para disfrutar de la plenitud de los días alargados y los cielos despejados. Un mes en el que las mujeres nos regalan el esplendor de su bronceado. Días de sonrisas amplias y sinceras en el que existe tiempo libre hasta para desperdiciarlo en siestas inesperadas. Los besos vienen envueltos en el aire refrigerado de una habitación con sábanas deshechas. Charlas abiertas al anochecer en terrazas abarrotadas. Un mes para amar la vida, la vida en mayúsculas, sin embargo a mí tanta alegría desbordante me produce una extraña nostalgia.
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