Fue en el blog de Antonio Muñoz Molina, que yo recuerde, donde leí por primera vez el nombre de Cees Nooteboom. Se habló tan bien y me agradó tanto todo lo que leí sobre él en el blog que me apunté su nombre tan rítmicamente rimbombante.
Mi curiosidad me llevó a buscar por Internet información sobre sus libros y su vida. En el océano de Internet casi sin querer encuentras de todo. Leí un par de entrevistas y sin saber por qué lo etiqueté en mi cabeza como el Erasmo de Rotterdam actual. Ambos eran holandeses, uno de Rotterdam y el otro de La Haya, ambos también grandes viajeros; a los dos le interesaba ardientemente el arte y también los dos dominaban varios idiomas. Simplemente los relacioné. Supongo que mi viaje hace unos años a los Países Bajos ayudó a asemejarlos. En aquel viaje perseguí inesperadamente los pasos de Erasmo y el tren que me llevó de Amsterdam a Rotterdam paró en La Haya, pero no tenía tiempo para visitar aquella ciudad, en aquel itinerario no estaba prevista aquella parada, y desde aquel mismo momento lo lamenté. Desgraciadamente tienes que elegir, ya que todo no se puede visitar al mismo tiempo. Me alejé en aquel tren en dirección a Rotterdam distinguiendo en la lejanía la silueta de aquella gran ciudad. ¿quién sabe? Quizás alguna vez vuelva para conocerla.
Un par de meses después de encontrarme con su nombre, en casa de un amigo, me crucé con algunos de sus libros. Me mostró los tres o cuatro que atesoraba en su biblioteca y me decanté por éste, El enigma de la luz. En aquel momento me apetecía leer sobre arte, aunque en realidad, una vez leído, el libro ha resultado ser tanto un libro de arte como un libro de viaje, o incluso un ensayo personal sobre la visión y las especulaciones propias de alguien que siente una tremenda curiosidad cuando se coloca delante de un cuadro. Nooteboom nos cuenta casi a vuela pluma sus sentimientos personales, su visión particular, sobre unas cuantas obras elegidas por él.
El libro avanza manteniendo la máxima de que observar, escuchar y leer siempre funcionan, y así es. Cada libro leído añade un eslabón más en mi creencia de que leer nos enriquece, de que escuchar nos ennoblece y de que observar embellece al hombre.
Para seguir el libro me ha resultado de gran utilidad los buscadores de Internet. Cada vez que Nooteboom se situaba delante de un cuadro en un museo, yo paralelamente me situaba delante del cuadro en el ordenador. No es lo mismo, lo sé, pero para entender con más conocimiento de lo que este hombre hablaba me ha sido más que suficiente.
Si amáis visitar un museo y esperar a que el cuadro os haga preguntas, éste es un buen libro.
Para seguir el libro me ha resultado de gran utilidad los buscadores de Internet. Cada vez que Nooteboom se situaba delante de un cuadro en un museo, yo paralelamente me situaba delante del cuadro en el ordenador. No es lo mismo, lo sé, pero para entender con más conocimiento de lo que este hombre hablaba me ha sido más que suficiente.
Si amáis visitar un museo y esperar a que el cuadro os haga preguntas, éste es un buen libro.
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