Devolví en la biblioteca cerca de casa el libro de Eliseo Diego y me traje uno de Miguel Hernández, de la misma colección de El País, la cual, poco a poco, me la voy leyendo entera. Me pareció una continuación adecuada, casi cuesta abajo. Cambiar el aire impreciso y nostálgico de los poemas de Eliseo por la luminosidad apreciada y la libertad soñada de los versos de Hernández eran casi una oportunidad irrechazable.
De Miguel Hernández el que más o el que menos ha escuchado algunos poemas. Digo escuchado porque muchos de los poemas del autor alicantino son letras de canciones que hemos cantado. Joan Manuel Serrat cantó un buen puñado de sus poemas. Además el cantautor catalán es el prologuista del libro.
He elegido un poema que ya conocía pero que hacía mucho que no leía. Es precioso.
Una querencia
Una querencia tengo por tu acento,
una apetencia por tu compañía
y una dolencia de melancolía
por la ausencia del aire de tu viento.
Paciencia necesita mi tormento,
urgencia de tu garza galanía,
tu clemencia solar mi helado día,
tu asistencia la herida en que lo cuento.
¡Ay querencia, dolencia y apetencia!:
tus sustanciales besos, mi sustento,
me faltan y me muero sobre mayo.
Quiero que vengas, flor desde tu ausencia,
a serenar la sien del pensamiento
que desahoga en mí su eterno rayo.
Miguel Hernández
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