Cuando George Michael publicó su disco en solitario Listen without prejudice quedé prendado por la canción Praying for time, y en realidad por el álbum entero. La crítica, las ventas, o lo que quiera que fuese, no hicieron justicia al disco y no tuvo el éxito comercial que se esperaba. George Michael publicó el álbum que nadie esperaba, un disco íntimo y muy personal, que a mí, al contrario que al resto, me encantó.
Fueron pasando los años y fui escuchando muchísima música, cada vez más variada y diversa, pero el disco seguía acompañándome, y la canción seguía cerca de mis oídos año tras año. Recientemente, cuando supe que George Michael publicaba el disco Symphonica, y que incluiría algunas de sus antiguas canciones interpretadas en directo con una orquesta sinfónica, casi que recé para que Praying for time estuviese incluida en él. Me llevé una gran alegría cuando se hizo realidad.
Llegó el día en el que por fin pude escuchar la versión, y ciertamente me desilusionó, porque yo esperaba una versión más fiel a la original, y, en cambio, en la nueva versión en directo, aunque no se distancia mucho, cambia el tono en algunas estrofas, y no lo esperaba. Conforme la canción avanza, George va alienando la canción, la va adaptando a un tono distinto, como más lánguido, casi como un quejido que da la sensación de dejadez. ¡No podía creerlo! ¡Me la ha cambiado!
Pero con el paso del tiempo he de reconocer que los nuevos cambios se han introducido en mi cabeza hasta el extremo de que cuando la canto, me adapto a la versión reciente, como contagiado por esa manera de cantar y confieso que ahora prefiero esta última interpretación de la canción. Creo que es más natural y que le añade un sentimiento más nostálgico y tal vez triste.
A mí me encanta. ¡Qué me hubiese gustado estar en ese concierto!