Recibí un whatsapp de mi hermano para informarme de que Lou Reed había fallecido. Me quedé helado. No tenía ni idea de que sufriera una enfermedad -ni falta que me hacía- y por ello la noticia me pilló desprevenido. Desde ese mismo momento comencé a rememorar los grandes momentos que yo había disfrutado gracias al bueno de Lou Reed. Como en el momento en el que recibí el whatsapp andaba fuera de casa, busqué por si almacenaba en el iphone alguna canción suya en él y encontré tres: Perfect day, Venus in furs y Femme Fatale. ¡Qué grandes temas! -pensé-.
Como a casi todo el mundo lo primero que escuché de Lou Reed supongo que sería el celebérrimo Walk on the wild side o quizás Perfect day. Después, imagino, descubriría los discos de la Velvet Underground y entonces ya estaría completamente entregado a su música. Seguidamente irían llegando sus discos en solitario: Transformer, Berlin, Sally can't dance, Rock n' Roll Animal o Coney Island Baby y después me desconecté un poco de su música hasta Songs for Drella y poco después me reenganché definitivamente con Magic and Loss, pasando por el Ecstasy, y The Raven hasta el último de todos, el quizás algo irregular, Lulu.
Como a casi todo el mundo lo primero que escuché de Lou Reed supongo que sería el celebérrimo Walk on the wild side o quizás Perfect day. Después, imagino, descubriría los discos de la Velvet Underground y entonces ya estaría completamente entregado a su música. Seguidamente irían llegando sus discos en solitario: Transformer, Berlin, Sally can't dance, Rock n' Roll Animal o Coney Island Baby y después me desconecté un poco de su música hasta Songs for Drella y poco después me reenganché definitivamente con Magic and Loss, pasando por el Ecstasy, y The Raven hasta el último de todos, el quizás algo irregular, Lulu.
Pero Lou Reed, señalado por la industria musical como el creador del sonido independiente, se acercó en el año 2000 con su Ecstasy Tour hasta mi ciudad, Málaga. Y allí estuve yo. No me lo podía perder. Así que aproveché la oportunidad y tuve la fortuna de verle en directo y aún puedo revivir la emoción que sentí cuando escuché los primero acordes de la introducción de Sweet Jane. Un ritmo intenso y machacón. Aquello fue azuquita para mis oídos.
De aquel concierto mantengo aún el ticket de la entrada, que debe de estar perdida entre las páginas de alguno de los libros que tengo desperdigados por casa, como suelo hacer con todas las entradas, pero también una camiseta del concierto y por supuesto un grandísimo recuerdo. Recuerdo también que en aquel concierto Lou Reed se negó a interpretar Walk on the wild side, incluso después de un buen rato en el que el público pidió la canción cansinamente. Mi mujer que me acompañó a aquel concierto junto con mi cuñado Francisco, abandonó el concierto algo disgustada porque Lou Reed no quiso interpretar la que le gustaba más.
De aquel concierto mantengo aún el ticket de la entrada, que debe de estar perdida entre las páginas de alguno de los libros que tengo desperdigados por casa, como suelo hacer con todas las entradas, pero también una camiseta del concierto y por supuesto un grandísimo recuerdo. Recuerdo también que en aquel concierto Lou Reed se negó a interpretar Walk on the wild side, incluso después de un buen rato en el que el público pidió la canción cansinamente. Mi mujer que me acompañó a aquel concierto junto con mi cuñado Francisco, abandonó el concierto algo disgustada porque Lou Reed no quiso interpretar la que le gustaba más.
De entre las canciones que Lou Reed ha dejado para la posteridad siempre sentiré especial cariño por Sweet Jane, que tanto disfruté en directo, pero también por Waiting for the man, Satellite of love, Sunday morning, All tomorrow's parties, Femme fatale y especialmente Venus in furs, que es -al menos hoy- la canción que más me apetece escuchar. Si no la han escuchado aún les diré que la versión de Venus in furs incluida en el disco doble en directo Animal Serenade de 2004 es una obra maestra. Una canción sangrantemente rabiosa, aunque no para todos los públicos.
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