jueves, 3 de octubre de 2013

Islas a la deriva - Ernest Hemingway

Cuando alguien decide realizar un viaje, lo usual es elegir y preparar un itinerario previamente, con un comienzo y un final. Cuando yo decidí introducirme en el viaje de leer a Ernest Hemingway decidí comenzar el trayecto por carreteras secundarias para continuar más adelante por las famosas y aclamadas autopistas de su literatura.

Inicié el viaje el verano pasado leyendo sus relatos, con sus bosques frondosos y sus apacibles atardeceres de cielos anaranjados. Este verano continué el trayecto por una de sus novelas menos transitada, Islas a la deriva. La comencé en El Bosque, en plena Sierra de Grazalema, junto a la piscina del hotel, y desde entonces la he ido desgastando con el salitre de mis manos, pues esta novela la he leído con la brisa acariciando mi rostro junto a la orilla del Mediterráneo. Me pareció que para una novela tan abundantemente poblada de paisajes paradisíacos se adecuaba  leerla oyendo de fondo el cálido susurro de las olas del mar.

Islas a la deriva se publicó nueve años después de la muerte de Hemingway y cuenta la intensa historia de una aventurero pintor, Thomas Hudson. Está dividida en tres partes:  Bimini, Cuba, y En la mar. Y en  cada uno de los tres capítulos se cuenta una importante etapa en la vida del artista.

Islas a la deriva es un libro de madurez, donde Hemingway nos muestra los grandes temas de su literatura: la dificultad de la relaciones humanas, la violenta pérdida de los seres queridos, la lucha de un hombre por mantenerse íntegro, por ser fiel a sí mismo hasta las últimas consecuencias. La superación infructuosa a través del alcohol, la muerte cercana, la vida vivida intensamente, todo bien mezclado y agitado bajo la pluma de un hombre que gustaba de mirar fijamente a los ojos de la vida.

Mi segunda parada en el itinerario ha sido un libro cien por cien Hemingway.

2 comentarios:

David dijo...

ya sabes que la semana pasada estuve en La Floridita tomándome un daiquiri con Ernest...

Salva dijo...

Cualquier día voy y me tomo un Daiquiri en La Floridita.