sábado, 12 de octubre de 2013

Rodeado

No sé si lo he escrito en este blog antes, pero he vuelto a retomar mis clases de inglés. Me he apuntado a clases y vuelvo a recibir cuatro horas y media de inglés a la semana. Lo cierto es que hasta ahora las clases me están resultando bastante entretenidas. Nuestra profesora, Ángela, siguiendo el libro, propone un tema sobre el que los alumnos debemos conversar y contar nuestro punto de vista.

En una de nuestras últimas clases surgió el tema de los fenómenos paranormales, los médiums, o los videntes. A la pregunta de cuál era para nosotros la diferencia entre un vidente y un médium, yo comenté desde mi ignorancia que suponía que un vidente era alguien que pretendía ver el futuro, o lo que le iba a suceder a otras personas, mientras que un médium lo que hacía era, supuestamente, poner en contacto a personas fallecidas o espíritus que están en otro mundo con personas de éste. Seguidamente la profesora me preguntó si yo creía en este tipo de fenómenos. Nooo, contesté con una sonora rotundidad.

Seguidamente los compañeros comenzaron a contar sus experiencias. Varios creían en los poderes paranormales, decían que hay personas que tienen ese don, otros creían que hay personas que tienen la facultad de ver el futuro en las palmas de las manos, o incluso afirmaban tener sueños premonitorios, o experiencias inexplicables que estaban seguros que querían decir algo, pero lo que ocurría era que ellos no sabían relacionarlas. Otros muchos afirmaron que sí creían, incluso hubo quien afirmó que creía que el futuro ya estaba escrito, y que todos cumplíamos un guión preestablecido. Les aseguro que durante un momento dudé si yo estaba en una clase de inglés o una sesión de terapia sobre la inestabilidad psíquica. Estuve a un tris de levantarme y largarme.

Mi compañera de la butaca de la derecha que todavía no había dicho nada que no fuera cuerdo, me miraba con el semblante estupefacto, con la mirada helada e incrédula. No podía ser real todo lo que se estaba diciendo. Estuve a punto de decir si también pensaban que todo el calor que estábamos pasando en el interior del aula, porque el aire acondicionado estaba estropeado, era un designio divino o un castigo de algún espíritu hacia alguien de la clase, pero me callé porque comencé a sospechar que quizá ellos pensaban que ese alguien era yo.


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