Supongo que la primera vez que vi una representación de este fabuloso cuadro, pintado en 1895 por la sensible mano de Frederick Leighton (1830-1896), fue en la portada del disco de Malcolm McLaren, Waltz Darling, de 1989, pero no fue entonces cuando supe sobre Frederic Leighton, sino mucho después.
Flaming June (Sol ardiente de Junio), que así se titula el cuadro, siempre ha sido una de las pinturas que he deseado ver en vivo. Desperdicié una magnífica oportunidad en 2008, cuando el cuadro estuvo expuesto temporalmente en Madrid, en El Prado, pero me fue imposible realizar una escapada para admirarlo. Ahora el cuadro está en lo que es su residencia habitual, en el Museo de Arte de Ponce, en Puerto Rico, donde me va a resultar mucho más complicado hacer posible el deseo.
Flaming June es
una de las obras más conocidas del arte
victoriano tardío y es probablemente una de esas muchas obras que son más conocidas que sus propios artistas. En ella está representado el sueño, el descanso de una figura clásica, el reposo profundo y sereno de una joven con las facciones similares a la de una deidad griega. Una pintura romántica, soñadora y sensual. En mi opinión es un cuadro bello, quizás hasta empalagosamente bello. La idílica representación, los vaporosos pliegues del vestido de la mujer, el sutil sombreado de la elegante gasa, la divina sensibilidad que exuda el óleo, perfectamente cuadrado de dimensiones (120x120cm), con su intenso colorido increíblemente vivo, hacen que sea un cuadro en parte cursi.
Leighton, para aumentar la plasticidad del cuadro, para intensificar la sensación de languidez, de somnolencia, de ensueño, decide acertadamente, para incrementar el contraste, rodear la quietud de la figura femenina con la sobriedad de un asiento de mármol, o con la rectitud del horizonte y así exagerar, por comparación, el movimiento sinuoso del vestido. Además pinta la caída del vestido, cual catarata de agua, sobresaliendo de la dimensión del cuadro, sobre la superficie recta del asiento, resaltando la movilidad y el volumen de la obra.
En la parte superior derecha del cuadro está representada una rama de una planta venenosa, una adelfa, simbolizando la frágil relación entre el sueño y la muerte, aportando una pincelada dramática al cuadro, evocando, tal vez a sí mismo, que, incluso cuando la vida parece estar en su más completo y radiante presente, sigue siendo esencialmente frágil.
También es interesante reseñar que el Sol, protagonista indirecto del título, también lo es del cuadro, porque aunque no aparece directamente representado, sí aparece su reflejo sobre la superficie del mar, su brillo, y también puede deducirse, por el tipo de vestido y por el sonrojo en la mejilla de la joven, que el calor cubre la escena. Por otro lado puede sospecharse que la anaranjada vestimenta es una representación del fuego, del Sol en definitiva.
Leighton, para aumentar la plasticidad del cuadro, para intensificar la sensación de languidez, de somnolencia, de ensueño, decide acertadamente, para incrementar el contraste, rodear la quietud de la figura femenina con la sobriedad de un asiento de mármol, o con la rectitud del horizonte y así exagerar, por comparación, el movimiento sinuoso del vestido. Además pinta la caída del vestido, cual catarata de agua, sobresaliendo de la dimensión del cuadro, sobre la superficie recta del asiento, resaltando la movilidad y el volumen de la obra.
En la parte superior derecha del cuadro está representada una rama de una planta venenosa, una adelfa, simbolizando la frágil relación entre el sueño y la muerte, aportando una pincelada dramática al cuadro, evocando, tal vez a sí mismo, que, incluso cuando la vida parece estar en su más completo y radiante presente, sigue siendo esencialmente frágil.
También es interesante reseñar que el Sol, protagonista indirecto del título, también lo es del cuadro, porque aunque no aparece directamente representado, sí aparece su reflejo sobre la superficie del mar, su brillo, y también puede deducirse, por el tipo de vestido y por el sonrojo en la mejilla de la joven, que el calor cubre la escena. Por otro lado puede sospecharse que la anaranjada vestimenta es una representación del fuego, del Sol en definitiva.
El cuadro se ideó como un adorno para el baño y se sabe que la posición de la mujer dormida provocó un gran número de problemas a Leighton. De hecho, existen varios bocetos preliminares para determinar la posición posible del descanso. Leighton tuvo ciertas dificultades para conseguir que el ángulo del brazo derecho de la joven tuviera un aspecto natural.
Flaming June fue una de las últimas obras de Frederick Leighton, que falleció al año siguiente. En definitiva Flaming June es un cuadro bello, romántico, que inspira relajación, en el que se desprende un erotismo suave, casi etéreo, exquisitamente sensible y está pintado, siempre en mi opinión, con gran precisión y sentido.
Flaming June fue una de las últimas obras de Frederick Leighton, que falleció al año siguiente. En definitiva Flaming June es un cuadro bello, romántico, que inspira relajación, en el que se desprende un erotismo suave, casi etéreo, exquisitamente sensible y está pintado, siempre en mi opinión, con gran precisión y sentido.
Breve Resumen biográfico
Frederick Lord Leighton (1830-1896) nació en Scarborough, descendiente de una familia acomodada (su abuelo había sido el médico principal de la familia real rusa en San Petersburgo). Desde temprana edad evidenció su deseo de ser pintor y su familia le permitió llevar a cabo sus estudios y le proporcionó la manutención. Su madre, que sufría de mala salud y no le agradaba el clima británico, se las apañó para viajar mucho por Europa y por el Norte de África en busca de mejores climas, llevando a Frederick con ella. Leighton la acompañaría desde niño y aprendió el placer de viajar además de aprender idiomas, pues hablaba francés, alemán, italiano, español y rumano, además de inglés, su lengua materna.
Frederick Lord Leighton (1830-1896) nació en Scarborough, descendiente de una familia acomodada (su abuelo había sido el médico principal de la familia real rusa en San Petersburgo). Desde temprana edad evidenció su deseo de ser pintor y su familia le permitió llevar a cabo sus estudios y le proporcionó la manutención. Su madre, que sufría de mala salud y no le agradaba el clima británico, se las apañó para viajar mucho por Europa y por el Norte de África en busca de mejores climas, llevando a Frederick con ella. Leighton la acompañaría desde niño y aprendió el placer de viajar además de aprender idiomas, pues hablaba francés, alemán, italiano, español y rumano, además de inglés, su lengua materna.
Su formación artística tuvo lugar netamente en Europa y como resultado, durante su vida, los críticos británicos cuestionaron su identidad británica,
concluyendo que debía tener sangre extranjera. Comenzó
sus estudios en la Escuela de Arte de Berlín a la edad de doce años y continuó sus
estudios en Frankfurt y seguidamente en la Academia de Bellas Artes de
Florencia. Regresó a Frankfurt y allí pintó escenas de las leyendas alemanas e incrementó su interés por los temas mitológicos, gusto que permanecería en su obra en el futuro. En
1848, huyendo de la Revolución Alemana, los Leightons se trasladaron a
Bruselas y París, aunque regresaron a Frankfurt al año siguiente. Leighton
no se quedó por mucho tiempo en la ciudad alemana y volvió a Londres desde donde inició una serie de
viajes a través de Italia para finalmente establecerse en Roma.
Se especializó en temas donde la belleza física y el estado de ánimo y el color prevalecen sobre el tema. Sintió admiración por los clásicos, especialmente por Miguel Ángel. A la edad de 26 años realizó su primera exposición en Londres, a pesar de que su estudio estaba establecido en París.
Se especializó en temas donde la belleza física y el estado de ánimo y el color prevalecen sobre el tema. Sintió admiración por los clásicos, especialmente por Miguel Ángel. A la edad de 26 años realizó su primera exposición en Londres, a pesar de que su estudio estaba establecido en París.
Su reputación fue creciendo poco a poco, sobre todo después de
que se mudara a Londres en 1859, aunque siempre mantuvo su espíritu viajero.
En la década de 1860 estaba ganando 4.000 libras al año en momentos en que los ingresos anuales de un trabajador era de unas 30 libras al año. Se consagró y sus pinturas se vendían por miles de libras. Se
convirtió en socio de la Royal Academy en 1864 y en 1878 fue presidente.
Frederick Leighton, para los que no lo conozcan -y en parte esta entrada del blog está dirigida a ellos- era un grandísimo artista que nos dejó magníficos cuadros. Hagan el favor de disfrutar de ellos.
Esta fotografía de su estudio, realizada poco después de su muerte, muestra algunas de sus últimas obras, la mayoría de ellas no fueron vendidas, entre ellas se incluye Flaming June.
Frederick Leighton, para los que no lo conozcan -y en parte esta entrada del blog está dirigida a ellos- era un grandísimo artista que nos dejó magníficos cuadros. Hagan el favor de disfrutar de ellos.
Esta fotografía de su estudio, realizada poco después de su muerte, muestra algunas de sus últimas obras, la mayoría de ellas no fueron vendidas, entre ellas se incluye Flaming June.
5 comentarios:
Flaming June o Sol ardiente de junio es una pintura bellísima que descubrí precisamente en el Prado en el 2008.
Lamento que no la hayas podido verla "en persona" en su oportunidad, pero para que no tengas que irte hasta Puerto Rico (no se me hubiera ocurrido visitar esa isla, pero he visto que tiene unas playas maravillosas), te quiero comentar que se exhibe en este momento en Londres, en la casa de Leighton, hasta el 2 de abril.
Yo estaba de visita en Londres y lo descubrí en un cartel que había en el subway.
También vale la pena visitar la casa de Leighton, de estilo morisco, notablemente, las paredes revestidas de mayólica azul, y una colección de vasos y platos de cerámica de la localidad turca de Iztil, hechos en la actualidad por artesanos que todavía emplean la técnica de la época de Leighton, porque la colección original fue rematada a su muerte, en 1896.
Saludos, Beatriz
Febrero del 2017
Más comentarios: Uno se infarta pensando en los precios ridículos que tenían las pinturas que compró Ferré en los sesenta!
Y en Viena, donde yo vivo, conseguías los muebles de Thonett tirados de barato porque a nadie le gustaban.
Ahora hay mercado para todos los gustos y nada sale barato.
Saludos
Beatriz
Intenté visitar la casa de Leighton hace unos años cuando visité londres, pero estaba con obras de remodelación y no tuve posibilidad de visitarla. Algunos de sus cuadros estaban dispersados por Londres, y alguno pude ver en un par de museos, pero la casa no la visité. Es una de mis cuentas pendientes cuando regrese a Londres.
Últimamente no escribo mucho en el blog, porque cada día uno dispone de menos tiempo libre.
Muchas gracias por comentar. Saludos
Salvador Moreno
¿ Cómo puedo conseguir una copia de Flaming June ?
Es muy sencillo encontrar láminas hoy día. Amazon o Ebay las venden a muy buen precio. Luego están los propios museos con los que es fácil hacer pedidos online y te los envían a un precio razonable y con quizás mayor calidad. Además en Internet hay una multitud de empresas que se dedican expresamente a este tipo de ventas. Escribiendo el Google "Frederick Leighton lámina" encontrarás un buen número de ellas.
Espero haber sido de ayuda.
¡Suerte!
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