Compré la novela de Juan Madrid, Un beso de amigo, porque leí el primer párrafo y me gustó. El primer párrafo dice así:
"He conocido épocas malas en mi vida, pero como la que estaba pasando al final de aquel verano no recuerdo ninguna. Ejecutivas Draper, una agencia dedicada al cobro de impagados, llevaba tres meses sin darme trabajo, y yo no cobraba el paro ni tenía seguridad social. Y, lo que es peor, tampoco tenía posibilidades de encontrar otro trabajo."
Lo compré en el rastro y el precio fue simbólico (un euro o cincuenta céntimos, no lo recuerdo), también me agradó que fuera una edición manejable y en buen estado, y además la primera de una serie de novelas. Una saga detectivesca que retrataba los desencantados y lúcidos años de la transición en Madrid. No tuve que pensarlo mucho. Más tarde, al llegar a casa, lo abandoné entre otros libros, hasta que hace unos meses lo rescaté y me lo eché al bolsillo para comenzarlo un día que tenía que pasar en el hospital.
Entre maleteros y guanteras de coches, mesitas de hospital, días de lluvia, bolsas de plástico y malas noticias he ido, muy poco a poco, avanzando en el libro, hasta la semana pasada cuando lo acabé.
Es un libro entretenido, con personajes bien descritos en pocas palabras, diálogos directos como ganchos a la mandíbula, donde el protagonista, Antonio Carpintero, alias Toni Romano, vagabundea por los bajos fondos de un Madrid de cuadriláteros, piscinas de chalets de las afueras y garajes solitarios con un fuerte olor a humo de tabaco.
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