Disfrutaba de un tapeo en una de esas típicas tascas del centro de Granada, y como segunda cerveza de la noche, después de tomarme la cerveza que presenté el mes pasado, para variar, decidí tomar una cerveza Alhambra Negra, que probablemente es bastante sencilla de encontrar en Granada pero que yo no había tenido la oportunidad no sólo de catar en mi localidad, sino que ni siquiera sabía que existía.
La pedí y la tomé con curiosidad. A pesar de la escasa luz que había en la esquina donde yo había acodado mi posición, me pareció algo rojiza entre su negro azabache. La espuma no era muy abundante ni consistente, de un color pardo algo extraño, menuda y porosa. El primer sorbo, que siempre es el más importante, me pareció dulzón y bastante plano de sabor, con poco fondo, pero sin embargo era agradable. Mi consideración hacia la cerveza fue creciendo con cada sorbo. El tostado es ligero y se nota la graduación de alcohol, sólo un 5,4%.
A pesar de que no soy un gran amante de las cervezas negras, reconozco que ésta me sorprendió, es de las cervezas negras que he probado la que más se acerca a las rubias, por eso supongo que a los amantes de las cervezas negras, tipo Guinness, no les entusiasmará, pero a mí, que me gustan todos los palos -evidentemente unos más que otros- me pareció una alternativa bastante solvente como cerveza negra.
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