A mediados de los noventas (1995), en una calurosa tarde de verano me enamoré de una película nada ambiciosa, con grandes, grandísimos diálogos entre una distraída pareja que acababan de conocerse, y que acabaron por enamorarse. La fotografía, el guión y la interpretación -amén de la dirección- fueron sus mejores bazas.
Aquella película deambulaba por las románticas calles Viena, sus terrazas, sus parques, y sus amados y bellos amaneceres eran el escenario perfecto que hacía las veces de tramoya en el teatro de sus vidas. La pareja protagonista, y casi únicos actores eran Ethan Hawke y July Delpy y la película, como ya habrán adivinado, era Antes del amanecer.
Nueve años más tarde (2004), el mismo director y los mismos protagonistas se unieron para pasear su historia romántica por París. El guión me pareció un buen afluente de aquel río, los diálogos siguieron siendo frescos y la pareja tenía más química que Marie Curie en su vetusto almacén. A esta segunda entrega la titularon sin martillearse mucho la cabeza Antes del atardecer.
Este año han presentado su última entrega, Antes del anochecer -siguen siendo originales con los títulos- y aunque en esta ocasión la vi en versión original, Before midnight, y algo pierdo en la traducción que realiza mi desmadejada cabeza, les aseguro que la película no sólo no desmereció a sus dos predecesoras, sino que está al menos a la misma altura. Les recomiendo encarecidamente que "pierdan" una hora y media de sus vidas disfrutando con las pequeñas diferencias que nos hacen a nosotros, los hombres, tan distintos de vosotras, las mujeres. Una diferencia que no hace otra cosa que unirnos, como quiera que eso se consiga. Vean la película.
Pd: La música se mete en la cabeza y cuesta sacarla. ¡Es preciosa!
Pd: La música se mete en la cabeza y cuesta sacarla. ¡Es preciosa!
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