Llevaba esta novela dando vueltas de una estantería a otra de la casa, esperando su momento. Varias veces la había tenido en la mano para comenzarla pero siempre le anteponía otra. Por fin le llegó su hora, o mejor debería decir mi hora.
La novela es sencilla pero complicada al mismo tiempo. Desde el principio Roth nos cuenta, mediante conversaciones inteligentes y exquisitas, un engaño. Dos amantes en una habitación, adúlteros ambos, disfrutando de una relación abierta, sin compromisos ni obligaciones. Charlando con franqueza sobre sus problemas cotidianos y disfrutando de su sexualidad completamente.
En ningún momento Roth nos proporciona sus nombres, y la trama comienza a complicarse cuando entra en juego otra amante. El autor juega al despiste con ambas. Las conversaciones van entrelazándose y ya no ocurren siempre en el apartamento del protagonista masculino, sino que también suceden en un hotel. De nuevo sigue complicándose la cosa cuando entran en escena sus respectivos maridos y mujeres, en sus respectivos hogares, con sus habituales conversaciones recriminatorias. A veces uno anda totalmente perdido y se siente literalmente engañado.
Además Roth utiliza al protagonista masculino, que es un escritor llamado Philip -único nombre que aparece en el libro-, para criticar la recatada y decorosa vida familiar y sexual de los judíos. Nos cuenta, siempre en un juego de conversaciones ácidas, los engaños en el amor y la hipocresía de los matrimonios ideales y realiza un claro guiño al lector haciéndole ver que le está engañando.
Un libro muy entretenido.
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