lunes, 31 de marzo de 2014

Tocado y hundido

El sábado por la mañana desperté con el cuerpo algo entumecido y los ojos me lagrimeaban de manera anormal, pero no quise hacerme caso, no le di importancia. Salí a comprar el pan para el desayuno y sentí un temblor interior que achaqué a las cuatro gotas que estaban cayendo y al frío matinal. Un café caliente acompañado con el pan recién hecho parecieron mitigar cualquier desajuste de mi organismo.

Decidí salir a hacer la compra antes de que el supermercado se abarrotase, como suele ocurrir todos los sábados. Al regresar coloqué la compra realizada en su lugar, y mientras mi mujer limpiaba la casa, hice las tres camas. Poco después vino mi padre a acompañarnos en el almuerzo. De primero una crema de calabacín y de segundo fritura malagueña, regada con una buena cerveza. Para chuparse los dedos. Yo pasé del postre.

Recogí unas pocas cosas de la mesa y me hundí en el sofá, de repente me sentía aletargado y soñoliento. En pocos minutos comencé a sentir escalofríos que titiritaban hasta el último rincón de mi ser. Me sentí mareado y cuando tragaba un punzante dolor me atravesaba toda la garganta. No pude más que acostarme y caer derrotado. El termómetro marcó 39 grados.  Las siguientes 36 horas -que se dicen pronto- las pasé en la cama, alternando un frío polar siberiano y un sofocante calor de sauna finlandesa. Cada una de mis articulaciones sufrían de un anquilosamiento ardoroso y la cabeza parecía estar rellena de plomo. Ni ganas de leer tenía. Hasta la luz me molestaba. Tragar cualquier cosa era un suplicio infinito.

Ahora, aun lejos de estar bien, comienzo a tener ganas de leer.

viernes, 28 de marzo de 2014

Antología - Vicente Aleixandre

Continuando con mis lecturas de poemas en esta ocasión elegí, en la estantería de poesía de la biblioteca, al premio Nobel de Literatura español Vicente Aleixandre. Ya había leído algunos poemas suyos en alguna que otra antología poética, y por supuesto también en Internet, pero todo siempre resultó muy azaroso y desperdigado, por eso esta lectura de una antología personal la acogí como el paso necesario para adentrarme, de una vez por todas, en el surrealista mundo del poeta sevillano.

Los poemas de Aleixandre son para mi gusto demasiado largos. No suelo encontrarme cómodo entre poemas extensos, quizás puedan tacharme de holgazán, lo entendería, pero es así como sucede, no llego a disfrutar de un poema que se alarga más allá de unos cuantos  versos. En poemas de larga distancia me pierdo (supongo que será un problema de concentración). El caso es que la gran mayoría de los poemas de Aleixandre son, para mi gusto, inacabables. Y aunque algunos de ellos eran buenos, la mayoría me resultaron demasiado, cómo decir, demasiado esotéricos e inasibles. El surrealismo tan personal del autor tal vez está demasiado apartado de mi mente disciplinada, y muchos de sus poemas caminaban a un paso distinto del mío. Ellos galopaban y yo trotaba.

Pero en algunas ocasiones sus verbos y mis tiempos coincidieron. Este poema es uno de ellos:
 
El sueño

Hay momentos de soledad
en que el corazón reconoce, atónito, que no ama.
Acabamos de incorporarnos, cansados: el día oscuro.
Alguien duerme, inocente, todavía sobre ese lecho.
Pero quizá nosotros dormimos… Ah, no: nos movemos.
Y estamos tristes, callados. La lluvia, allí insiste.
Mañana de bruma lenta, impiadosa. ¡Cuán solos!
Miramos por los cristales. Las ropas, caídas;
el aire, pesado; el agua, sonando. Y el cuarto,
helado en este duro invierno que, fuera, es distinto.

Así te quedas callado, tu rostro en tu palma.
Tu codo sobre la mesa. La silla, en silencio.
Y sólo suena el pausado respiro de alguien,
de aquella que allí, serena, bellísima, duerme
y sueña que no la quieres, y tú eres su sueño.

Vicente Aleixandre

miércoles, 26 de marzo de 2014

Consecuencias

Ayer estuve en el estadio de La Rosaleda presenciando el partido de fútbol entre el Málaga CF y el RCD Español (ahora más conocido como Espanyol, pero que para mí siempre será como lo conocí en mi juventud, cuando coleccionaba álbumes de estampas de futbolistas y jugaba a las chapas). El Málaga perdió 1-2 y cedió los tres puntos ante el equipo catalán. Como suele ocurrir últimamente, según la amplia mayoría que completa la grada, el árbitro tuvo la culpa (yo también añadiría a los jueces de línea).

Durante unos minutos todo el estadio gritaba insultando al colegiado. En los vomitorios del estadio no se hablaba de otra cosa que de la supuestamente dirigida ceguera del colegio arbitral, de la parcialidad de la Federación y de lo sistemáticamente perjudicados que salimos por sus decisiones. No soy de los que creen que existe una campaña orquestada contra el Málaga, la verdad, pero sí creo que en la balanza final de la temporada, cada año, uno tras otro, nos escamotean unos cuantos puntos. Sólo espero que no nos hagan falta al final de ésta.

lunes, 24 de marzo de 2014

El perro canelo - Georges Simenon

Hace unos meses, un buen sábado de rastro, me hice con un buen puñado de novelas de Georges Simenon. Ahora mismo no recuerdo, ni tengo ganas de buscar, si fueron cinco o seis, pero en cambio sí recuerdo que las pagué a cincuenta céntimos de euro cada una. A ese precio, evidentemente, me traje todas las que había. Están editadas en formato de bolsillo, lo que va muy bien con las novelas de Maigret, porque tienen ese toque callejero y de viejo sabueso que son perfectas para acompañarnos en cualquier sala de espera, en un rato en el parque o en un día de playa.

Ésta la he ido leyendo, sobre todo, durante los entrenamientos deportivos de mis hijos. Mientras ellos sudaban practicando deporte, yo, apoyado en un pilar junto a una grada, parapetado del sol, he ido avanzando en las inoportunas apariciones de un perro canelo, que tenía la capacidad de hacer acto de presencia allá donde se iba a cometer, o se había cometido, una evidencia criminal.

Maigret, el célebre comisario tranquilo creado por Simenon, encarna a ese detective pachón, impasible y casi inoperante que parece al margen de todo, porque permite que el trascurso de las circunstancias se vayan desarrollando sin intentar, aparentemente, intervenir para evitarlo, pero que sin embargo mantiene la mente despierta y atenta para actuar de manera diligente y atinada cuando es necesario. 

Me encanta la naturaleza flemática del bueno de Maigret.

sábado, 22 de marzo de 2014

Il mondo

Hace unos días vi la película About time (la vi en versión original y no sé el título en castellano ahora mismo) y aunque no es una película memorable, no estuvo mal. Me agradó. Pero por lo que me trae aquí ahora mismo es porque durante la película, en uno de los momentos más melosos del metraje, "pincharon" una canción  de Jimmy Fontana, su canción más célebre, Il mondo. ¡Qué grandes recuerdos me trajo!

El mundo, traducida y cantada en español, es una de esas canciones que tocaban antes las orquestas en las verbenas, o en las bodas y era uno de esos puntuales momentos en los que podías ver a gente mayor bailando. ¡Qué cosa más feliz ver a personas mayores bailando! Il mondo es una de esas canciones que me ha ido acompañado durante la vida, especialmente en mi juventud, y que además siempre fue en momentos de alegría. Espero que les guste.



viernes, 21 de marzo de 2014

¿Será la primavera?

Desperté unos pocos minutos antes de que sonara el despertador de mi santa. Mi hija, que también despertó pronto, vino hacia la cama y nos dio candorosamente los buenos días. Le di un beso mimosín e inauguré mi día con un buen bautizo de agua caliente en la ducha. Singin' in the rain. Me afeité, y al acabar, como en los anuncios de la tele, me di tres palmaditas en cada mejilla que me terminaron de espabilar. Me vestí en un salto y salí de casa bajando por las escaleras para comprar pan. ¡Qué gran placer el olor a pan recién hecho! Al regresar a casa el olor a café consagraba la cocina y el bollo que me zampé (ningún otro verbo se ajusta mejor a lo que representa) voló como un suspiro hacia mi interior. 

Tuve que rascar esforzadamente de la cama para desencajar al pequeñajo de la casa, casi empujarle en el pecho para que se tomase el Colacao con la pajita y moverle la mandíbula para que masticara, para después lavarle la cara, vestirlo y peinarlo y dejarlo listo para un día de emociones (los días de un niño de cinco años siempre están abarrotados de emociones). Con todo listo, me despedí de todos -besos incluidos- y fui dirección a la mina. 

Camino abajo, rolling down the road, cada pocos pasos me entraron ganas de dar pequeños saltos, algo así como cuando Fred Astaire comenzaba a bailar, algo parecido -supongo- sólo que a lo garrulo, evidentemente. Entonces me di cuenta, caminaba con una sonrisa de oreja a oreja, las manos en los bolsillos y el caminar ligero. ¿Qué me estaría pasando? Pasé junto a una farola y sentí ganas de apoyar un pie en la base y girar alrededor de ella agarrado con una mano. Deseé llevar chaqueta con solapa para ajustarme una de las margaritas junto a las que pasé por el camino, pero no. ¿Qué será lo que me pasa esta mañana que tan desplegadamente alegre me siento? Sí, un nuevo día, vale, estoy de acuerdo, un tesoro, una dicha, pero qué estaba desinflando mi persistente sobriedad de tal manera que ahora parecía que tuviera la sensación de estar en el centro del espíritu del buen rollo. Ya que no me había tocado la lotería, qué fuera aquello que me ocurría... ¿será la primavera?

jueves, 20 de marzo de 2014

Día del padre

Ayer tenía pensado escribir algo por aquí  y contarles que era el día del padre y también el santo de mi santa, y que mi hija me había entregado un poema inventado por ella y que mi hijo me había regalado un bonito marco fabricado por él con una foto suya dentro, pero en lugar de eso, decidí dedicar ese tiempo a estar con ellos... así que no me sobró tiempo para ustedes. 



lunes, 17 de marzo de 2014

Una Alhambra Especial

Como ya he comentado hace unos días en este blog, visité Granada y evidentemente también la Alhambra, y claro, estando en Granada lo normal es salir de tapas y una vez que he aparcado el coche y no lo voy a volver a coger, entonces, tengo el  coto abierto para tomar algunas cervezas, y puesto que me encontraba en Granada, pues aproveché para tomarme una Alhambra distinta a la que suelo, porque una de las cervezas nacionales que más pimplo es sin duda la Alhambra Reserva 1925 (algún día la presentaré). Pero esta vez quise probar otra distinta, de manera que me pedí una Alhambra Especial, que ya había probado antes, pero no con tanta asiduidad.

La Alhambra Especial es una lager bastante buena, a mí al menos me lo parece, pero también es cierto que es inferior a la Alhambra Reserva 1925, con la que la tiendo a comparar. La Alhambra Especial contiene un 5.4 % de alcohol y es especialmente refrescante, y debe servirse muy, muy fría. Es bastante suave en el primer contacto con el paladar y es a su vez increíblemente fácil de beber. No posee amargor apenas y es quizás bastante dulzona, y la espuma, aunque en un primer momento parece muy abundante y consistente, se diluye fácilmente. La burbuja es menuda y siempre la he considerado una buena cerveza para pedir en verano. De hecho, cada verano me pimplo unas cuantas de éstas.

Ni que decir tengo que aunque no estaba en verano, sino más bien en invierno, una Alhambra Especial siempre es bienvenida en una escapada a Granada.

domingo, 16 de marzo de 2014

Memoria de mis putas tristes - Gabriel García Márquez

Cuando Gabriel García Márquez recibió el premio Nobel de Literatura yo contaba con apenas nueve años. Era 1982 y España estaba completamente volcada con el mundial de fútbol que se celebraría ese año en nuestro país. Naranjito adornaba todo lo que rodeaba a los jóvenes, desde nuestras libretas del colegio, los vasos de cristal y hasta las toallas de la playa.  Por aquellos días yo debía respirar una absoluta felicidad de juventud. Pero lo que yo recuerdo de aquel premio y de aquel hombre era que mi madre dijo que había leído algunos libros de él. Aquello me llamó la atención. Recuerdo haber mirado a mi madre con unos ojos distintos. Ahí estaba mi madre, una ama de casa madre de tres hijos, leyendo los libros del autor que luego ganaría el Premio Nobel. A mis nueve años asumir aquello fue venerablemente aleccionador.

Mi madre fue la que me ofreció años más tarde leer Crónica de una muerte anunciada y después, una vez atrapado en la envolvente prosa del autor colombiano, tras aquel inicio, fueron llegando los otros. Ahora he leído Memoria de mis putas tristes, un libro que he acabado en tres tirones, pero que bien debiera haber leído en una sola tarde. Un libro que trata sobre el amor, el amor imposible descubierto a edad tardía. Un amor inesperadamente hallado, que versa sobre la compleja irresponsabilidad de los enamoramientos. Un libro que provoca la risa, la sonrisa melancólica y esperanzadora. Un libro que uno ha de soltar sobre el pecho para respirar quedamente unas cuantas veces antes de volver a continuar, y que contiene frases contundentemente inolvidables.

Al acabar el libro besé su portada. No digo más.


viernes, 14 de marzo de 2014

Eres tú - Carla Morrison

La música es uno de los principales motores de mi vida. Puedo pasar horas y horas escuchando música sin cansarme y siempre me parece un mal momento para pulsar el botón de stop.  Es como mi gran amiga de juventud. Ha estado siempre a mi lado, en los buenos y en los peores momentos, y aún está ahí cada vez que acudo a ella, y tengo la certeza de que seguirá ofreciéndome sus anchas espaldas para acompañarme en el largo camino hasta el final. He pasado tanto tiempo acompañado de música que me parece absurdo, casi irreal, imaginar una vida sin música.

Las canciones que he escuchado han ido señalando distintos momentos de mi vida, son algo así como un álbum de fotos de mi vida. Muchas de las canciones me traen recuerdos de mi juventud (¡oh, reino!), de viajes, de tardes con los amigos alrededor de un café, de las primeras lágrimas de amor. No existe casi ningún acontecimiento importante en mi vida que no tenga acompañamiento musical. Y esto me ocurre -supongo- porque escucho música a todas horas y porque -como dice mi mujer- soy muy obsesivo con lo que escucho. Cuando una canción me gusta, la repito hasta la saciedad, o mejor, hasta que otra la sustituya. Esta canción que les pongo hoy lleva inundándome los oídos últimamente.

Es una canción simple, sencilla, tierna, reposada, con una letra dulce y acaramelada. Un tierno beso para los oídos. Disfrútenla en esta versión acústica.


jueves, 13 de marzo de 2014

Amar

Hoy me acordé de mi madre y de sus ganas de vivir, y de sus sueños y sus proyectos, de los que pudo y de los que no pudo cumplir, de lo que se está perdiendo y que ya no podrá vivir. Es así nos guste o no. Pienso en todo ello y en lo puta que es la vida. Hay quien dice que el destino está escrito y quien dice que la vida cambia al girar cada esquina, yo cada día tengo más claro que la vida depende más de nosotros mismos que de nadie. Por eso le doy gracias a la vida que ella me ofreció y agradezco lo mucho que me enseñó, incluso lo que me sigue enseñando, a pesar de que ya no está. Podemos vivir amargados por lo que tenemos o agradecidos por lo mismo. De nosotros depende hacia qué lado queremos estirar los labios. Ustedes no sé qué harán, pero yo elegí sonreír.

Desde que ella no está he comprendido que una de las maravillas que tiene esta vida es que uno no es nadie sin lo que le rodea. La vida está ahí y de nosotros depende aprovecharla. Recibir caricias, besar con los ojos cerrados, el minuto después de acabar de leer un buen libro, contemplar atardeceres, realizar viajes, reales o inventados, algunos cuadros, las lágrimas en las despedidas, el cariño recibido, las risas con los amigos, jugar con un niño o ayudar a un anciano, la sincera amistad de un hermano, una bella canción, el silencio compartido, llorar con una buena película, sentir la brisa del mar en la cara, respirar hondo, saciarse al beber agua, estirarse al despertar, oler a la persona amada, descubrir, bailar, soñar, aprender, enseñar y todos los verbos que deseen añadir, pero sobre todo, amar. Amar la vida. Comprender que la vida es eso que nos rodea y que debemos compartir.

Amen la vida.


miércoles, 12 de marzo de 2014

Marilyn Monroe 15

Basta contemplar una foto risueña de Marilyn para que de alguna mágica manera se le contagie a uno su espontánea alegría.


martes, 11 de marzo de 2014

Chaladuras

Una vez leí una cita de Pascal que decía algo así como que "todos los seres humanos estamos un poco chalados y hasta no estarlo es una forma especial de chaladura también". Es una de esas citas tan admirablemente simples que caen por su propio peso, pero que encierra una de las verdades más amplias del ser humano. Si lo pensamos bien, admitirla como algo natural es, al mismo tiempo, una manera de conocernos a nosotros mismos, pero sobre todo, una forma de respetar al resto de nuestros conciudadanos. Comprender y admitir la certeza del gran filósofo francés es el primer paso para tolerar las distintas "chaladuras" del grueso de la sociedad.

Todos en algún momento de nuestras vidas cometemos algún sinsentido inesperado y extravagante que puede entenderse como algo antinatural o anormal, como una "chaladura", pero que en realidad es algo tan corriente  y justificable como cualquier otro comportamiento habitual. Esa excepción puntual (o no tan puntual), en realidad, es un rasgo tan humano como cualquiera del resto de nuestros comportamientos y actitudes.



domingo, 9 de marzo de 2014

Visitando la Alhambra

Ya les anticipé hace un par de entradas que recientemente habíamos visitado la Alhambra. Resulta que Sofía, nuestra hija de siete años, está leyendo un libro de Agatha Mistery, en el cual la protagonista viaja a Granada y visita la Alhambra. La curiosidad que nuestra hija mostró por el palacio motivó nuestra intención de visitarla, así que aprovechando la excusa de llevar a Sofía a la Alhambra, nos apuntamos a disfrutar de un par de días en Granada.

Sacamos las entradas por Internet con bastante antelación y cuando llegó el día despertamos lo más temprano que pudimos y pusimos rumbo a Granada, con la única parada prevista para desayunar en una venta, y es que el café para terminar de despertar es algo imperdonable. En poco más de dos ratos -como quien dice- nos plantamos en la Alhambra, el monumento más visitado de España.

Nada más presentar la entrada y coger el pertinente plano orientativo en el pabellón de acceso, nos dirigimos a lo que es, en mi opinión, lo más impresionante de todo el conjunto palaciego: los Palacios Nazaríes, verdadero atractivo de la Alhambra.

El Palacio del Mexuar, el Palacio de Comares y el Palacio de los Leones, los tres en conjunto, forman lo que se conoce como los Palacios Nazaríes. La candorosa belleza de cada uno de los tres palacios viene envuelta por el rumor de sus fuentes y el fluir de sus acequias. En el precioso patio del Palacio de Comares se encuentra una de las fotografías más repetidas de la Alhambra. Los siete arcos reflejados en la lámina de agua, que se extiende como una alfombra en el centro del Patio de los Arrayanes, absorbe gran parte de las miradas que allí se encuentran.

El Patio de los Leones y la Sala de los Reyes, con su juego de luces y sombras, su perfecta armonía en las dimensiones, el mármol blanco de sus columnas traído desde Macael (Almería), con la fuente de los doce leones que da nombre al patio y la preciosista decoración, los mosaicos y los azulejos en las salas, así como la yesería completando de poemas clásicos árabes la decoración, debían ser, en su origen, una imagen inigualable, que probablemente aumentaría en encanto y misterio bajo la oscuridad de una noche nazarí alumbrada por el resplandor de lámparas de aceite.

Seguidamente visitamos la Alcazaba, la fortaleza militar del recinto, a la que entramos por la Puerta del Vino, pasando por la Plaza de los Aljibes, que da acceso a la Torre del Cubo -que curiosamente es semicircular- desde donde se puede contemplar el Albaicín y la entrada de Jaén. Después ascendimos a la Torre de la Vela desde donde están las vistas más impresionantes desde la Alhambra. Si además la visita se hace cuando la Sierra está nevada, entonces, la visión es incluso sobrecogedora.

Lo siguiente que visitamos fue el almohadillado Palacio de Carlos V, ejemplo de barroco, de planta cuadrada y patio circular. En el palacio visitamos las tres exposiciones que encontramos: el Museo de la Alhambra, donde había una gran número de piezas, utensilios, monedas y ejemplos en general de la cultura hispanomusulmana; el Museo de Bellas Artes de Granada, en el que se mostraban lienzos de extraordinaria belleza, y por último, la Sala de Exposiciones Temporales, que en estas fechas estaba dedicada al escultor Juan Cristóbal, cuya obra resultó ser, de las tres exposiciones, la que más me gustó. Impresionante de verdad.

El conjunto completo de la Alhambra es auténticamente bello. El simétrico y rectilíneo discurrir de las acequias, el contorno defensivo en las siluetas de las murallas, las sorprendentes dimensiones de las sucesivas entradas, así como el melancólico rojizo de la piedra, provocan un sosiego que nos hacen soñar lo que podría suponer este palacio hace más de quinientos años: el verdadero paraíso terrenal. Tener la suerte de poder disfrutar de uno de los palacios más impresionantes que jamás se hayan construido es un verdadero orgullo de la civilización.

Los pies y el cansancio comenzaron a hacer mella en los niños, y decidimos pasear por los jardines y finalizar nuestra visita por esta vez, porque además el tiempo se nos había echado encima y se nos pasó el límite horario para el cual tendríamos acceso al Generalife. Otra vez será, quizás no es tan mala idea dejarse algo por ver para así repetir en otra ocasión.

Junto al coche repusimos fuerzas devorando unos bocadillos de tortilla de patatas que Pepi había preparado la noche anterior. Cuando el hambre se apoya sobre las excelencias culinarias, entonces el deleite no tiene parangón.

El día continuó, y esa misma tarde visitamos la Catedral y la Real Capilla de Granada, donde se encuentra la Cripta y el Museo de los Reyes Católicos, que tan importantes fueron para esta piel de toro que es España. Subimos hasta la privilegiada vista que ofrece el Mirador de San Nicolás para ver atardecer sobre la Alhambra, una de las más perseguidas postales que hay en Granada. Aquel idílico paraje nos sirvió de descanso después de haber ascendido por el Paseo de los Tristes, y tras contemplar anonadados el absurdo riesgo que asumen algunas personas para hacerse una foto, bajamos cogiendo un autobús que nos devolviera al centro, donde tapeamos como Dios manda desde que Isabel y Fernando expulsaron a Boabdil, para después dormir a pierna suelta y descansar en el hotel, porque al día siguiente, después de tomar café con churros y visitar unas plazas y unas calles de afamado prestigio, volvimos para casa, pues mi pie izquierdo se resintió de tanto adoquinado irregular y pidió un descanso que quizás no merecía pero que nuestra prudencia concedió.

De vuelta a casa, mientras los pequeños descansaban atrapados en un tibio sueño en los asientos traseros del coche, fui entremezclando en mi cabeza un poco de nuestra historia y nuestra cultura, intentando reconocer nuestros orígenes y el impreciso sentido de nuestro presente, comprendiendo cuánto de nosotros es de ellos y cuánto de aquello está reflejado en nuestro vivir. Dándome cuenta de que puede que Boabdil se marchara llorando pero dejó mucho de su cultura en nuestra sangre. Esta Granada, bien pensado, es una enraizada muestra de ello.

viernes, 7 de marzo de 2014

Putas asesinas - Roberto Bolaño

Hace tiempo que tenía decidido volver a leer a Bolaño y para esta ocasión me había decantado por leer un libro de cuentos, Putas asesinas. El libro me ha parecido un libro desigual, pues hay cuatro o cinco cuentos que me han encantado (El Ojo Silva, Días de 1978, Prefiguración de Lalo Cura, Buba,..), sin embargo hay un par de ellos que no me han gustado nada, y que en realidad me han parecido malos, la verdad, pero en general el regusto final es bueno. Sé perfectamente (porque me ha ocurrido) que un libro puede no gustarte nada una época de tu vida y sin embargo ser un libro tremendamente importante en otra.

El caso es que el libro es recomendable y si bien, como ya he escrito, si a algunas ciertas páginas las pasa el viento, tampoco pasa nada. Pero he de decir antes de que se me tome a mal que hay algo de Bolaño que me gusta, y mucho, y es esa capacidad que atesora para hacernos vagabundear por una irreal conciencia de que todo está en sus últimos momentos, a veces tristes y melancólicos, otras soñadores y libres. No sé, es como una atmósfera particular que envuelve los textos del autor chileno. Algo decadente y deprimente, pero esperanzador e ilusionante.

Cuando lea algo más de él (cuando quiera que esto ocurra) me fijaré más en esa escurridiza capacidad de la que les hablo, a ver si soy capaz de descifrar qué es aquello que Bolaño esconde tras sus palabras.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Arte callejero 24

La semana pasada visité la Alhambra con la familia. La primera idea era ir y venir en el mismo día. Llegar, ver la Alhambra y volver después del café para casa. Total, está a un salto. Pero comienza uno a barajar otras posibilidades y al final se enreda todo de tal forma que lo que era algo puntual y económico, al final se roca en algo distinto, normalmente no tan económico ni puntual. El caso es que finalmente, ya que estábamos allí, decidimos pasar una noche en un hotel y así poder tomar unas tapas por el centro y visitar alguna que otra plaza del centro. Vivir la vida, en definitiva.

Pero hoy no estoy aquí para hablarles del viaje (no dispongo hoy de tanto tiempo como para eso) sino para contarles que me traje, entre otras cosas, la foto de una pintada situada junto a la entrada de nuestro hotel, por cierto, nuestro hotel en Granada figura en el libro Guinness de los records como el hotel más estrecho del mundo, pero eso es otra historia. La pintada, en mi opinión, mejoraba la calle.

Coloco una segunda foto para poder ver mejor el detalle de lo escrito, porque como sé que este blog lo visitan muchos miopes, pues eso, que les echo una mano, y por si acaso hay algún despistao, les cuento lo que está dicho en la pintada: "Cansao de no encontrar respuesta, decidí cambiar mis preguntas".


lunes, 3 de marzo de 2014

La casa de Shakespeare -Benito Pérez Galdós

Imaginen que el bueno de Benito Pérez Galdós hubiera tenido la posibilidad de viajar a Inglaterra, y que una vez allí hubiera podido desplazarse en tren desde Londres hasta Stratford-Upon-Avon, lugar que vio nacer a William Shakespeare, y que también hubiese dispuesto de tiempo suficiente como para pasear por sus calles y sus plazas, y recorrer sosegadamente la rivera del río Avon y así descansar del loco estruendo londinense. Que le hubiese sido posible también visitar la casa natal de Shakespeare y  la Holy Trinity Church, donde descansan sus restos, y la Clock Tower y la Shakespeare Memorial. Imaginen que todo eso hubiese podido suceder y que además, como si fuese poco, el autor de Fortunata y Jacinta hubiese dejado por escrito semejante experiencia, que sirviera tanto como crónica de viaje, como recuerdo personal, como homenaje al autor de Hamlet y también como guía orientativa para futuros viajeros.

Pues sepan que todo esto ocurrió y que además está publicado en papel.

domingo, 2 de marzo de 2014

Un Real Madrid de paseo por Alemania

Acababa de regresar a casa después de pasar un par de días en Granada donde había visitado ese fastuoso palacio que es la Alhambra, y estaba sentado en el sofá esperando el partido de Champions League entre el Real Madrid y el Schalke 04 alemán. El encuentro se iba a disputar en Gersenkirchen, cerca de Dortmund, por donde yo había pasado cerca con el coche hace poco más de dos meses. La vista aérea del Veltins Arena Stadium era como un bello preludio de la magnífica noche de fútbol que ofreció el Real Madrid.

Apagué las luces y apoyé los dos pies cómodamente sobre la mesa. El reflejo esmeralda que destellaba desde la televisión extendía el césped más allá de los límites de la pantalla. El Real Madrid vestía de riguroso y llamativo naranja que provocó que el juego del equipo merengue destacara aún más sobre la absorta contemplación de los jugadores azules. Por delante uno de los partidos que todo jugador desea jugar. Una eliminatoria de Champions en Alemania.

Desde el pitido inicial hasta el final el partido fue un bello equilibrio de sudor y contundencia, de delicadeza y sutileza. El Real Madrid se dio un baño en Alemania, que tantas veces se le había atragantado, y una vez puestos el resultado fue contundente (1-6) pero justo, incluso puede decirse que corto. Disfruté como hacía tiempo que no disfrutaba de un partido de fútbol. A ratos parecía que estaba contemplando un ballet llevado a cabo por gimnastas. Las diagonales parabólicas del balón, la irreal facilidad para controlarlo, el despliegue físico, la capacidad para ocupar los espacios, el desempeño en pocos toques con el balón, la velocidad de circulación, la explosividad de los movimientos, la descarada ambición en los remates, el acierto general de cada jugador y el acoplamiento casi perfecto del grupo provocaron que al término del partido me levantase del sofá a aplaudir aquel espectáculo.