jueves, 13 de marzo de 2014

Amar

Hoy me acordé de mi madre y de sus ganas de vivir, y de sus sueños y sus proyectos, de los que pudo y de los que no pudo cumplir, de lo que se está perdiendo y que ya no podrá vivir. Es así nos guste o no. Pienso en todo ello y en lo puta que es la vida. Hay quien dice que el destino está escrito y quien dice que la vida cambia al girar cada esquina, yo cada día tengo más claro que la vida depende más de nosotros mismos que de nadie. Por eso le doy gracias a la vida que ella me ofreció y agradezco lo mucho que me enseñó, incluso lo que me sigue enseñando, a pesar de que ya no está. Podemos vivir amargados por lo que tenemos o agradecidos por lo mismo. De nosotros depende hacia qué lado queremos estirar los labios. Ustedes no sé qué harán, pero yo elegí sonreír.

Desde que ella no está he comprendido que una de las maravillas que tiene esta vida es que uno no es nadie sin lo que le rodea. La vida está ahí y de nosotros depende aprovecharla. Recibir caricias, besar con los ojos cerrados, el minuto después de acabar de leer un buen libro, contemplar atardeceres, realizar viajes, reales o inventados, algunos cuadros, las lágrimas en las despedidas, el cariño recibido, las risas con los amigos, jugar con un niño o ayudar a un anciano, la sincera amistad de un hermano, una bella canción, el silencio compartido, llorar con una buena película, sentir la brisa del mar en la cara, respirar hondo, saciarse al beber agua, estirarse al despertar, oler a la persona amada, descubrir, bailar, soñar, aprender, enseñar y todos los verbos que deseen añadir, pero sobre todo, amar. Amar la vida. Comprender que la vida es eso que nos rodea y que debemos compartir.

Amen la vida.


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