Imaginen que el bueno de Benito Pérez Galdós hubiera tenido la posibilidad de viajar a Inglaterra, y que una vez allí hubiera podido desplazarse en tren desde Londres hasta Stratford-Upon-Avon, lugar que vio nacer a William Shakespeare, y que también hubiese dispuesto de tiempo suficiente como para pasear por sus calles y sus plazas, y recorrer sosegadamente la rivera del río Avon y así descansar del loco estruendo londinense. Que le hubiese sido posible también visitar la casa natal de Shakespeare y la Holy Trinity Church, donde descansan sus restos, y la Clock Tower y la Shakespeare Memorial. Imaginen que todo eso hubiese podido suceder y que además, como si fuese poco, el autor de Fortunata y Jacinta hubiese dejado por escrito semejante experiencia, que sirviera tanto como crónica de viaje, como recuerdo personal, como homenaje al autor de Hamlet y también como guía orientativa para futuros viajeros.
Pues sepan que todo esto ocurrió y que además está publicado en papel.
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