Los libros de Enrique Vila-Matas gozan de varias cualidades que podríamos considerar como absolutamente maravillosas. La primera característica sobresaliente, y que además es la que más salta a la vista, pues nada entra antes a los ojos de una persona que sostiene un libro entre sus manos que la imagen de las portadas, es que éstas son estupendas. Ya sé que detrás de portadas horribles hay libros extraordinarios, y que, al contrario, existen muchísimos ejemplos de libros con portadas muy bellas que luego resultan ser libros espantosos, pero siempre es de agradecer que las portadas sean buenas, y en este caso, y como viene siendo habitual en los libros del autor catalán, la portada de este libro es absolutamente maravillosa.
Desconozco si Vila-Matas interviene directa o indirectamente en la elaboración y selección de las portadas, o en cambio no está involucrado en ningún término, pero sus portadas, con sugerentes fotografías, las mayor de las veces en blanco y negro, son uno de los grandes aciertos de los libros de Vila-Matas.
Desconozco si Vila-Matas interviene directa o indirectamente en la elaboración y selección de las portadas, o en cambio no está involucrado en ningún término, pero sus portadas, con sugerentes fotografías, las mayor de las veces en blanco y negro, son uno de los grandes aciertos de los libros de Vila-Matas.
Otro de los atributos más destacable de los libros de Vila-Matas y que producen una atracción directa hacia el libro para cualquiera que sienta el mínimo gusto poético por el arte de unir palabras, son sus títulos. Vila-Matas ha regalado a las librerías una enorme y amplia gama de títulos que son como carteles publicitarios que consiguen introducirse en nuestra memoria de una manera silenciosa y punzante, que parece aferrarse a nuestras neuronas, siendo, al fin y al cabo, para la promoción de sus libros, un estupendo anzuelo que atrapa al futuro lector de una manera eficaz y absolutamente maravillosa.
Y por último, y no menos importante, sino más bien todo lo contrario, está su armoniosa, culta y equilibrada prosa, repleta de cíclicas y originales divagaciones. Vila-Matas tiene ese punto de sal en sus escritos en los que uno no sabe a ciencia cierta si está leyendo una novela, un ensayo, una biografía, una crítica literaria o qué sé yo. Por eso resulta tan complicado aventurarse a definir lo que se está leyendo, pero en cualquier caso, lo que se aprecia al cerrar la última de sus páginas es que leer un libro de Vila-Matas es siempre una experiencia absolutamente maravillosa.
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