
¡Cómo pasa el tiempo! Esa debe ser una de las frases más repetidas de la historia de la humanidad, pero no por ello menos cierta. La vida sucede en un suspiro. Los días por venir son la posibilidad de un regalo, los vividos son un premio recibido, el presente es lo que sucede, la vida, ese limitado periodo de tiempo en el que nos toca actuar.
Entonces me acordé de un poema de Jaime Gil de Biedma. Una maravilla de poema que hoy regalo a mi niña y también a ustedes. ¿Y por qué no? ¡También a la vida! Que tanto da y tanto quita.
No volveré a ser joven
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Jaime Gil de Biedma
Sé que el poema puede sonar triste para un día tan feliz como el de hoy, pero es que me siento nostálgico. Nostálgico y feliz, que es algo así como un tener sentimientos agridulces. Debe ser esa fastidiosa forma de ser que tengo que me impide disfrutar plenamente de los días felices.
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