lunes, 30 de abril de 2012
Happy pills - Norah Jones
sábado, 28 de abril de 2012
El juego del revés - Antonio Tabucchi
El primero de los libros que encontré llevaba por título original Il gioco del rovescio, que lo han traducido al castellano como El juego del revés. Una colección de ocho relatos del melancólico estilo del autor italiano. Abrí por el primer relato y leí: "Cuando Maria do Carmo Meneses de Sequeira murió, yo estaba contemplando Las Meninas de Velázquez en el museo del Prado." y nada más llegar a ese primer punto y seguido, me quedó claro que iba a comenzar a leer ese libro y así, de esa manera tan natural y sencilla, quise rendirle mi propio homenaje a Tabucchi, que no era otra cosa que leer las palabras de Tabucchi. Fue la mejor manera que se me ocurrió de homenajearle, o quizás, la mejor manera que encontré de recordarle, o tal vez -y puede que esta última afirmación se aproxime más a la realidad- la mejor manera que hallé de recordarle y así ahogar mi tristeza, reviviéndole para mí a través de sus palabras.
viernes, 27 de abril de 2012
Un día es un día
jueves, 26 de abril de 2012
Campo de trigo con cipreses - Vincent Van Gogh
Imagino que supondrán que en todas las entradas de las etiquetas de Obras de Arte es fundamental y necesario hacer clic sobre las fotos.
miércoles, 25 de abril de 2012
El regalo diario
Todo muestra un leve y dulce embellecimiento. Sobreviene en el ambiente una promesa de bienvenida, como un compromiso vago y sutil de ánimo reverdecido. Los pájaros, contagiados, revolotean excitados sobre nuestras cabezas, de rama en rama, adornando de gracia y musicalidad las calles. Son días de expectativas, que anuncian la llegada de las vacaciones, ese tiempo anhelado en los que la vida se manifiesta más intensamente. Días de vida en familia, de vida completa y llena.
En esos días, de repente, las calles se llenan de gentes, como un río que vuelve a llevar agua después de las primeras lluvias, las conversaciones de despedidas abandonan su futilidad, las sonrisas en las caras parecen más amplias y más ciertas, y dan paso a los tiernos besos de los enamorados, alargándolos como siluetas en un anaranjado y luminoso atardecer.
Por eso me gustan estos días. No sólo porque auguran el verano en su insistente ciclo de la vida, sino porque transmiten una esperanza, un estallido de luz, una certeza, un clamor natural, real, de que la vida es el regalo diario y que estos días son su mejor oferta.
lunes, 23 de abril de 2012
Hoy
¡Cómo pasa el tiempo! Esa debe ser una de las frases más repetidas de la historia de la humanidad, pero no por ello menos cierta. La vida sucede en un suspiro. Los días por venir son la posibilidad de un regalo, los vividos son un premio recibido, el presente es lo que sucede, la vida, ese limitado periodo de tiempo en el que nos toca actuar.
Entonces me acordé de un poema de Jaime Gil de Biedma. Una maravilla de poema que hoy regalo a mi niña y también a ustedes. ¿Y por qué no? ¡También a la vida! Que tanto da y tanto quita.
No volveré a ser joven
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Jaime Gil de Biedma
domingo, 22 de abril de 2012
viernes, 20 de abril de 2012
Una vida absolutamente maravillosa - Enrique Vila-Matas
Desconozco si Vila-Matas interviene directa o indirectamente en la elaboración y selección de las portadas, o en cambio no está involucrado en ningún término, pero sus portadas, con sugerentes fotografías, las mayor de las veces en blanco y negro, son uno de los grandes aciertos de los libros de Vila-Matas.
Otro de los atributos más destacable de los libros de Vila-Matas y que producen una atracción directa hacia el libro para cualquiera que sienta el mínimo gusto poético por el arte de unir palabras, son sus títulos. Vila-Matas ha regalado a las librerías una enorme y amplia gama de títulos que son como carteles publicitarios que consiguen introducirse en nuestra memoria de una manera silenciosa y punzante, que parece aferrarse a nuestras neuronas, siendo, al fin y al cabo, para la promoción de sus libros, un estupendo anzuelo que atrapa al futuro lector de una manera eficaz y absolutamente maravillosa.
Y por último, y no menos importante, sino más bien todo lo contrario, está su armoniosa, culta y equilibrada prosa, repleta de cíclicas y originales divagaciones. Vila-Matas tiene ese punto de sal en sus escritos en los que uno no sabe a ciencia cierta si está leyendo una novela, un ensayo, una biografía, una crítica literaria o qué sé yo. Por eso resulta tan complicado aventurarse a definir lo que se está leyendo, pero en cualquier caso, lo que se aprecia al cerrar la última de sus páginas es que leer un libro de Vila-Matas es siempre una experiencia absolutamente maravillosa.
jueves, 19 de abril de 2012
To Rome with love
La fecha de estreno en España aún no está confirmada pero todo apunta a que será el viernes 22 de junio. Hasta entonces habrá que tirar de paciencia.
El traíler de la película es subtitulado, pero como está en parte en inglés y en parte en italiano, les recomiendo que estén muy atentos. Espero que les guste. ¡Nos vemos en la sala!
lunes, 16 de abril de 2012
Lógica aplastante
Vendemos condones porque
no vendemos pañales.
sábado, 14 de abril de 2012
El dinero no se come
Le hice una foto a la pintada porque pensé que quizás dentro de algún tiempo mi hija puede que visite este blog y escriba con curiosidad en el buscador la palabra "Sofía", de manera que se encontrará con este post y, aunque supongo que entonces no necesitará la explicación, seguro que no le vendrá mal recordar estas palabras. Ni a ella, ni a todos ustedes ni a mí.
jueves, 12 de abril de 2012
Una Veltins Pilsener
La cerveza Veltins es una Pilsener alemana, que lleva saciando la sed desde 1824, es suave y fresca, está muy equilibrada de sabor, algo amarga pero con aroma dulce y con una tasa de alcohol moderada, 4,8 %, lo cual es en gran parte lo que la hace tan refrescante. Sus ingredientes son agua, cebada malteada y lúpulo. Es de un color muy dorado pero claro, que crea abundante espuma y además no se disuelve con facilidad, por lo que suele aguantar hasta el final, sobretodo si eres de los que beben rápido, como me suele ocurrir a mí, especialmente con la primera cerveza que tomo.
La etiqueta que adorna el botellín tiene un elegante y estilizado diseño de fondo blanco con delgadas rayas verticales de color dorado y una franja color verde con brillo por el contorno. En el esbelto cuello de la botella, verticalmente, sobresale en relieve el nombre de la cerveza, lo que le confiere un curioso toque exclusivo. Es una cerveza a la que suelo volver de vez en cuando, teniendo en cuenta que además posee un precio aceptable para ser de importación. La recomiendo.
miércoles, 11 de abril de 2012
Hiroshima - John Hersey
El libro recoge los testimonios de seis supervivientes de la bomba atómica. Comienza en el mismo instante de la explosión, exactamente a las ocho y quince minutos de la mañana, hora japonesa, del 6 de agosto de 1945. Nos cuentan cómo fue y de qué manera se vieron afectadas después de sobrevivir a la explosión.
El libro está escrito de una manera cruda y fría, pero al mismo tiempo real y desnuda. Cuenta lo ocurrido desde el intenso resplandor inicial hasta los posteriores días de desorientada agonía que soportaron los supervivientes, en medio de una ciudad arrasada, cubierta de incendios y de temporales magnéticos, con decenas de miles de personas perdidas, en busca de refugio y alimento, en el vórtice de un enloquecido horror, en una caótica pesadilla, de la que muchos de ellos ni intentaron ni desearon escapar.
Un libro tremendamente desolador que debería ser de obligada lectura.
martes, 10 de abril de 2012
Súplica
lunes, 9 de abril de 2012
Bilbao, segundo día
Justo en una esquina de los Jardines de Albia estaba la Iglesia de San Vicente Mártir y entramos por curiosidad y resultó ser una iglesia muy coqueta y bien adornada, a pesar de la escasa luz que disponía pues era Viernes Santo. Nos dirigimos hacia las Torres Isozaki, que sirven de imponente entrada hacia el polémico puente Zubizuri de Calatrava, que ha tenido que ser alfombrado debido a las continuas caídas de los usuarios por su resbaladizo piso de cristal. En una panadería que encontramos por el camino nos tomamos unos pasteles de arroz que habíamos visto en distintos sitios pero que nunca habíamos probado y que nos recordaron a los pastéis de Belém que probamos en Lisboa y continuamos hacia el funicular que nos subiría al monte Artxanda desde donde disfrutamos de unas privilegiadas panorámicas de la ciudad de Bilbao, aunque demasiado nubladas.
Bajamos de nuevo en funicular y continuamos junto al Nervión hasta llegar a la altura del Ayuntamiento de Bilbao y de la enorme escultura de Oteiza donde nos hicimos unas fotografías. Continuamos nuestros pasos por el paseo del Arenal hasta el Teatro Arriaga, cruzamos el puente del Arenal para ver de cerca la fachada de la Antigua Estación de Ferrocarril. Volvimos a cruzar el puente y continuamos por la Ribera del Nervión, dejamos atrás el Puente de la Merced, el Puente de la Ribera, el Mercado de la Ribera, la Iglesia de San Antón y el Puente de San Antón hasta llegar a la nueva estación de trenes, donde cogimos el Euskotram, que nos dio un largo e ilustrativo paseo por todo Bilbao desde donde vimos la Universidad de Deusto, de nuevo el Guggenheim, la Torre Iberdrola, el Centro Comercial Zubiarte, el Monumento al Sagrado Corazón y parada final en San Mamés, donde nos apeamos, pues bien cerca teníamos una mesa reservada en el Asador Indusi.
Ese día precisamente, el seis de abril, se cumplían diez años del enlace matrimonial de mi santa y yo. Diez años de nuestra boda, vamos, y según afirma mi señora que lleva la cuenta de cosas así, era la primera ocasión en la que llovía desde que nos hemos casado en uno de nuestros aniversarios de boda, a parte del día de nuestra boda que sí nos llovió, a pesar de la gran cantidad de huevos que llevaron a no sé qué Iglesia que por lo visto tenía, hasta ese día, influencia sobre el clima de nuestra localidad. El asunto es que era nuestro décimo aniversario y que estábamos en Bilbao, después de haber estado en San Sebastián y, en realidad, todo este viaje era consecuencia de la excusa a la que nos habíamos agarrado para realizar una escapada al País Vasco y también para sentarnos a la mesa de un asador y comenzar a tomar de entradas unas guindillas fritas, después unos pimientos rellenos de rape y para terminar un txuletón a la parrilla de más de un kilo y trescientos gramos. ¡Un lujazo sabrocísimo!
Salimos del Asador Indusi con la necesidad y yo casi diría que con la obligación prescrita por un médico de dar un largo paseo con el fin de bajar un poco la comida, aunque en realidad para bajar esa comida yo necesitaría correr una maratón, por eso decidimos realizar nuestro segundo intento con el Café Iruña, y a pasitos cortos y pesados, poco a poco, conseguimos alcanzar el objetivo. Tomamos unos cafés y de remate otros pasteles de arroz, de esos que habíamos vuelto a descubrir esa misma mañana y disfrutamos de lo peculiarmente decorada que está la cafetería y así fue pasando la tarde y la hora definitiva de volver al hotel, recoger las maletas y decir agur a Bilbao, y montarnos en el autobús que nos llevaría de vuelta al aeropuerto, con la esperanza de que algún día podamos volver a vivir la experiencia de disfrutar del País Vasco.
domingo, 8 de abril de 2012
Bilbao
Al salir del museo cruzamos desde la Alameda Recalde, donde estaba situada la cafetería, hacia la Iglesia de San José, pero justo en la esquina anterior nos detuvimos delante de la fachada estilo modernista de la Casa Montero, conocida en Bilbao como la Casa Gaudí, por la similitud con el peculiar estilo del arquitecto catalán. Al fondo de la calle Iparraguirre se veía la extraordinaria vista de Puppy, la gigantesca escultura floral en forma de perro. En Bilbao se suele decir que lo verdaderamente importante del Guggenheim es el perro, que el museo es su caseta. Rodeamos el Guggenheim antes de entrar porque todo indicaba que iba a llover y entonces sí que nos tendríamos que parapetar dentro del museo. Contemplamos las otras dos esculturas exteriores al museo: Mamá, una enorme araña de acero de diez metros de altura y El gran árbol y el ojo, un deslumbrante escultura de acero inoxidable, que parece un arroyo vertical de burbujas.
Comenzó a caer ese suave sirimiri tan habitual por allí y huimos hacia el interior del museo. El edificio es espectacular por fuera pero por dentro no lo es menos. Vale la pena entrar sólo por ver el edificio, porque lo que son las obras expuestas en el interior, pues qué quieren que les diga. Alguna me gustó, sí, pero la mayoría no merecen, en mi opinión, la pérdida de tiempo. Salimos del Guggenheim y en una típica tienda de artículos de regalos propios de la región compramos algunos regalos para los niños y los abuelos, y para no andar todo el día cargando con ellos, nos acercamos al hotel a soltarlos.
Salimos del hotel hacia la Plaza Vizcaya, donde se encuentra el Edificio de la Alhóndiga y el edificio con las oficinas del Gobierno Vasco, conocida como la Casa de Cristal, luego cruzamos por la Plaza Indautxu y desde allí nos adentramos a la Calle del Licenciado Poza, donde al fondo se podía ver el escudo del Athletic colocado en un lateral del Estadio de San Mamés. La calle está abarrotada de bares de pintxos, además de camisetas rojiblancas, pues esa misma noche se disputaba el partido de vuelta entre el Athletic de Bilbao y el Schalke 04 de Raúl en partido de cuartos de final de la UEFA. Aunque faltaba mucho para la hora del partido ya había un verdadero ambientazo y nos acogieron estupendamente, incluso nos echaron unas bufandas por encima y un peluche del león. ¡Qué bien lo pasamos!. Fuimos de local en local tomando pintxos hasta que no pudimos más.
Abandonamos aquellas calles tan concurridas y nos apartamos a lugares más tranquilos, menos ajetreados cruzando por la Plaza Campuzano hacia el Museo de Bellas Artes de Bilbao, que presentaba una magnífica exposición temporal de Anselmo Guinea que me encantó. Luego, en la exposición permanente disfrutamos de un buen número de cuadros maravillosos, de los que destacaré un retrato de Miguel de Unamuno realizado por Sorolla, un par de retratos de Raimundo Madrazo, algún que otro Zuloaga y un precioso paisaje nublado de Carlos de Haes. También admiré con gran agrado las esculturas de Quintín de la Torre repartidas por las diferentes salas. Un museo maravilloso y una visita muy recomendable.
Salimos del museo con ganas de sentarnos y junto al Parque de Doña Casilda vimos una cafetería pastelería, Cafetería Toledo, donde pedimos un café y un pastel de acompañamiento, yo, para ser consecuente con la semana, me pedí una torrija. ¡Muy rica! Giramos hacia la Gran Vía, cruzamos primero Moyúa, luego atravesamos Abando, el Puente del Arenal, dejando a la derecha el Teatro Arriaga, hasta llegar al casco antiguo, donde nos dejamos llevar por entre sus decoradas calles y atractivas tiendas de souvenirs.
Visitamos la Catedral de Santiago y nos situamos justo en frente para ver los distintos pasos de procesiones de la Semana Santa. Estuvimos en tan privilegiada situación hasta que nuestros pies pidieron descanso y nos dirigimos a la Plaza Nueva, donde por segunda noche visitamos un par de locales para saborear sus pinchos. Fuimos al Gure Toki, donde probamos por primera vez las guindillas fritas y después recaímos en Víctor Montes, donde volví a abusar del txangurro y es que por muy Semana Santa que fuese yo soy un pecador. Después volvimos al hotel donde por fin pudimos descansar y yo terminé de ver el emocionante partido del Athletic de Bilbao contra el Schalke 04.
sábado, 7 de abril de 2012
San Sebastián
Nada más aterrizar en el moderno Aeropuerto de Bilbao diseñado por Santiago Calatrava tomamos el autobús desde el mismo aeropuerto hacia nuestro hotel. Teníamos una reserva desde hace un tiempo en el Hotel Carlton en el centro de Bilbao, en la misma Plaza Moyúa, una de las plazas más turísticas de la ciudad. El Hotel es un cinco estrellas y la habitación estaba acorde con su categoría.
Apenas soltamos las maletas en la lujosa y amplia habitación que nos asignaron y sin perder el tiempo salimos a desayunar a una cafetería situada a solamente dos calles del hotel. Desayunamos un buen café, un buen trozo de tortilla de patatas, todo con muy buen servicio y rodeados de una bonita decoración. Salimos y nos dirigimos a la estación de autobuses central de Bilbao en metro y nos montamos en un autobús que nos llevó directamente a San Sebastián en poco más de una hora.
Era la primera vez que tanto Pepi como yo pisábamos San Sebastián, una ciudad que nos enamoró desde el primer contacto. Comenzamos paseando por sus elegantes calles, abarrotadas de preciosas fachadas, parándonos en casi cada esquina intentando encontrar una panorámica adecuada para conseguir introducir la gótica aguja de la Catedral del Buen Pastor dentro de nuestro objetivo fotográfico. Cada calle del centro de la ciudad posee algún bonito detalle, ya sea un verde y cuidado jardín, una voluminosa fuente o una atractiva balconada. Todo, desde una simple farola, un banco callejero, los adornos de entrada a un puente o la balaustrada del Urumea se aprecian diseñados armónicamente para embellecer la ciudad.
Además San Sebastián posee una gran cantidad de edificios atractivos sobre los que merecía detener la mirada. Edificios modernos como el Kursaal de Rafael Moneo o clásicos como la Basílica de Santa María, en la parte vieja, sin olvidar la Iglesia de San Vicente o la curiosa Plaza de la Constitución, que hizo durante un tiempo las veces de coso taurino, y buena prueba de ello es la numeración de los balcones, que se utilizaban como palcos en las corridas.
También el Ayuntamiento tiene su historia curiosa, pues fue antiguamente un casino. Pero de entre todos, quizás el edificio que más me ha gustado, ha sido el Teatro Victoria Eugenia, un edificio verdaderamente hermoso. De todos los edificios por disfrutar de San Sebastián, con el único que no pudimos, pues se encontraba en obras, era el Hotel María Cristina, que yo, particularmente, tenía bastantes ganas de contemplar. Otra vez será.
Paramos a almorzar en un típico bar de pintxos, uno que nos gustó nada más verlo. Parecía tener unos pintxos que te sacaban a los ojos. Se llama Bar Txalupa y allí me tomé mi primer txakolí, pues siempre que me es posible me gusta probar los productos típicos de cada región. Podríamos haber elegido cualquiera de todos los pintxos que tenían allí, y seguro que todos estarían exquisitos, pero tuvimos que ir eligiendo y cada uno que probábamos nos gustaba más que el anterior. Un lujazo.
Para bajar los pintxos paseamos hacia el Ayuntamiento, nos fotografiamos junto a sus jardines y después fuimos hacia la Plaza de Guipúzcoa, muy cerca de allí, frente a la Sede de la Diputación y regresamos sobre nuestros pasos para dar un larguísimo paseo al borde de las tres playas. Comenzamos por la playa de la Zurriola, después la playa más famosa de todas, la playa de la Concha, con las mejores vistas hacia la isla de Santa Clara, y por último la playa de Ondarreta, que no recorrimos entera porque nuestros pies nos pedían descanso, aunque sí subimos hacia los jardines del Palacio de Miramar y desde allí aguzamos la vista y el zoom de la cámara para ver el Peine del Viento, obra de Chillida, situada a la falda del Monte Igueldo. Nos despedimos de San Sebastián echando una última mirada hacia la fantástica Bahía de la Concha.
Tomamos un café en el bar que está junto a la estación mientras esperábamos nuestro autobús y justo después pusimos rumbo de vuelta a Bilbao.
Nada más llegar a Bilbao, o Bilbo en Euskera, cogimos el metro y nos plantamos en la Plaza Miguel de Unamuno, a escasos metros de la casa natal del autor vasco y desde allí paseamos alrededor de la Catedral de Santiago, entre callejas típicas bilbaínas, inundadas de gentío, comenzando a oler los típicos pintxos que nos hipnotizaron hasta guiarnos hacia la Plaza Nueva, donde caímos casi por gravedad dentro del Café Bar Bilbao y después rebotamos en Víctor Montes. Salimos torcidos, especialmente yo, en dirección al hotel, pues el día había sido intenso y cansado, ya que lo habíamos comenzado desde bien temprano.
Cruzamos por el puente del Arenal, frente al Teatro Arriaga y por delante de los escaparates de El Corte Inglés, en Gran Vía, bautizados suavemente por ese sirimiri pesado y tan castizo y bilbaíno como la txapela o el bacalao.
martes, 3 de abril de 2012
Space Oddity - David Bowie
En la música, el camaleónico David Bowie, ha sido casi de todo. Ha sido cantante, compositor, instrumentista, productor y mil cosas más, pero sobre todo si hay algo que se pueda decir de él es que es innovador. No sé a ustedes pero a mí me encanta. Aquí les regalo un clásico entre clásicos.