Una vez más despertamos pronto, había muchas cosas que ver y muchas actividades previstas. Bajamos al semisótano del hotel donde servían el desayuno y seguidamente fuimos a un supermercado de la cadena Tesco cercano al hotel para comprar botellas de agua que llevar en la mochila. Ya que estábamos tan cerca del Hospital Saint Mary nos acercamos a ver la entrada por la que todos los días entraba Alexander Fleming a su laboratorio, donde descubrió la penicilina, gracias a la cual se han salvado y se siguen salvando millones de vidas en el mundo, entre ellas la de mi madre. Así que, consecuentemente, me acerqué a dar las gracias en memoria de Fleming frente a la placa que está a la entrada del laboratorio.
Nuestro primer destino turístico del día era ir a Notting Hill, y para ellos cogimos un autobús, que aunque es algo más lento que el metro, te permite disfrutar de las vistas de la ciudad. Notting Hill es un lugar pintoresco. Era domingo y no estaba montado el mercadillo y éramos muy pocas personas caminando por la calle, por lo que se perdía parte del atractivo del bullicio pero nos permitía verlo todo limpio y más rápido.
Semanas antes de este viaje, preparando nuestra visita en casa, vimos la película de Notting Hill, protagonizada por Julia Roberts y Hugh Grant, con la intención de venir a visitar parte de los lugares de la película. El primer sitio que visitamos fue la famosa puerta azul de la casa de Hugh Grant, fue un poco decepcionante porque aunque la puerta azul está allí, estaba garabateada con spray. Una pena que afea mucho las fotos. Paseamos por Portobello y fuimos a la librería de la película que si no sigue la misma sí se mantiene el interior y la fachada principal.
Notting Hill es un barrio pintoresco, muy fotogénico y es fácil perderse callejeando. De hecho es uno de los atractivos principales, pasear y ver las casas adosadas de colores, lo que ellos conocen como mews. Recuerdo en una de mis anteriores visitas a Londres que Pepi y yo paseamos un sábado con todo abarrotado de gente, entre tiendas de antigüedades y ropa, y que terminamos comiendo unos típicos pasteles de carne (meat pie) acompañados de una buena pinta de cerveza. ¡Qué recuerdos!
Salimos de Notting Hill por la línea circular del metro hacia South Kensington, pues queríamos visitar el Museo de Historia Natural. Un museo que me encanta. El edificio de por sí ya es maravilloso, pero es que además, soy un amante de la naturaleza. Siempre que visito el museo -y ya van unas cuantas- aprendo algo. El museo es gratuito y era domingo, así que pueden imaginar que no estábamos solos.
Ahora y desde hace unos pocos años, en la entrada del museo hay colgando el esqueleto de una colosal ballena azul "Hope", que sustituye al anterior no menos impresionante diplodocus. Cualquiera de los dos es una asombrosa bienvenida para el visitante. La zona de animales extintos te da mucha pena visitarla y la parte de los minerales es increíble. El museo estaba a rebosar y hacía bastante calor dentro de él, si bien en la zona de los volcanes tenía su lógica, en la zona polar, daba la impresión de que aquello se derretía, de manera que salimos buscando un lugar donde avituallar rápido y tirar para nuestro siguiente objetivo en el día.
Hicimos la parada de refresco en Zetland Arms, un pub cerca de la estación de South Kensinton que estaba abarrotado de aficionados con la camiseta del Chelsea, que esa misma tarde disputaba su partido de Premier frente al Tottenham. Miguel me miraba como dispuesto a irse a ver otro partido de Premier, pero ni teníamos entradas ni todo iba a ser fútbol. Charlamos con unos pocos aficionados del Chelsea, brindé con ellos con una pinta, les deseamos suerte y salimos en el metro en dirección a Camden Town.
Camden Town siempre es divertido de visitar, siempre está vivo pero los domingos más. A los niños se le salía las pupilas de las órbitas de los ojos. Pocos barrios he visto en mi vida que atrapen tanto la atención como Camden Town. Todo está hecho para llamar la atención. Es un barrio multicultural por excelencia. Fuimos hacia el muelle, Camden Lock, y giramos antes al Mercado y curioseamos dejándonos llevar por el olor a especias que nos llegaba desde sus múltiples pasajes, porque Camden es un laberinto de tiendas.
Picamos cosas de aquí y de allí. Miguel se pidió una especie de kebab de relleno de carne pero con forma de rollito de primavera, Sofía una comida que básicamente era queso y Pepi y yo compartimos un par de platos de comida oriental. Ya ven que hay comida para todos los gustos y, en mi caso, una buena pinta no podía faltar. Nos acercamos a la estatua de Amy Winehouse, que pusieron recientemente tras su muerte en este barrio. También visitamos una tienda que últimamente ha ganado en popularidad, Cyberdog. Sofía tenía ganas de entrar.
Antes de abandonar Camden, aún pillamos una especie de donuts caseros que ya tomamos Pepi y yo en nuestra última visita al barrio en 2009, y también, ¿Cómo no? Miguel nos sacó una camiseta de la selección inglesa. Una imitación, claro. Nos dirigimos al metro y salimos en la estación de Leicester por Charing Cross Road (¡Qué libro tan bonito!) y giramos en Little Newport St y nos adentramos a algo similar a China Town en el Soho. Vistamos Leicester Square, y desde allí callejeando por King St hasta Covent Garden. Nos sentamos juntos en un banco y vimos al mundo pasar.
Decidimos buscar un Pub con terraza y sentarnos a tomar algo. Londres está llena de Pubs. Siempre que he ido a Londres he visitado los Pubs, son historia de Reino Unido. Tienen pintas de cervezas de muchas marcas, comida típica, buen servicio y precios populares, aunque cada vez menos populares. Fuimos a uno que se llama The Nags Head. Y ahí dejamos que la noche se echara sobre nosotros. Desde allí ya todo fue montar en metro, llegar al hotel, ducharnos y dormir.
Al día siguiente todavía nos dio tiempo a un par de aventuras por Londres. Primero nos acercamos a Norfolk Square, justo frente al hotel, para hacernos una foto con Paddington, el famoso oso de la literatura infantil británica y seguidamente nos dirigimos en metro hacia Tower Hill.
Fuimos a visitar la Torre de Londres. Hicimos el tour completo por el castillo. Vimos la torre blanca del siglo XI, mandada a construir por Guillermo el Conquistador, con su escalera de caracol y su capilla interior, también pudimos contemplar a los famosos cuervos, "auténticos" protectores de la corona y a los Beefeaters, la puerta de los traidores, o puerta a la prisión medieval de la torre, y por supuesto las joyas de la corona.
Regresamos a Paddington y fuimos directos a The Pride of Paddington, un pub típico del barrio donde me tomé el mejor fish & chips de estos tres días por Londres y de esta jugosa manera dijimos adiós a esta hipnótica ciudad. Ya sólo quedaba una larga vuelta a casa: cogimos nuestro equipaje y nos dirigimos primero en metro y después en tres hasta el aeropuerto de Luton, que iba a suponer mi estreno allí. A eso de las seis de la tarde dijimos bye bye en un avión de Wizzair.
Detrás quedaron tres días en Venecia y otros tres días en Londres. En lo que empezó como una idea algo disparatada, enlazando dos ciudades que poco tenían que ver entre ellas, nos sirvió para ver muchísimas cosas y vivir otras muchas. Sofía tras ser preguntada qué le había parecido el viaje lo resumió de una forma sobresaliente: Venecia ha sido música clásica y Londres, Rock n' Roll. Poco más que añadir.
Pd: El Chelsea vs Tottenham acabó 2-2.