El sábado llegábamos a la última jornada del festival, que significaba para mí, además, la última jornada de mi segundo festival en fines de semanas consecutivos. Así que conseguía cumplir el objetivo de salir vivo a la paliza física de muchísima música, muchísimos músicos y en realidad, un sueño cumplido.
Lo primero que teníamos señalado para ver era a
Niña Coyote Eta Chico Tornado, el dúo donostiarra que tiene un rock visceral y potente, muy cercano al punk, contagioso y con un ritmo trepidante. Koldo y Úrsula. Koldo toca la guitarra y canta y Úrsula toca la batería. No necesitan más. Con eso les sobra y les basta. Koldo agarra la guitarra eléctrica, la enchufa a la electricidad, sube el volumen, Úrsula levanta las baquetas, marca el inicio de la canción y ritmos pegajosos con un sonido reverb y picante nos engancha a todos. Lo dieron todo y más. Tuvieron el detalle de captar que muchos de los que allí estábamos habíamos comprado el bono con la intención de ver a Rage Against the Machine, que fueron anunciados para estar presentes en el festival, pero debido a un problema de rodilla o tobillo (no recuerdo ahora) de Zack de la Rocha suspendieron la gira. En su lugar, pues trajeron a otras bandas.
Pero Koldo y Úrsula sabiendo eso quisieron hacer una versión de Killing in the Name, temazo de la banda americana. ¡Buah! Fue uno de los momentazos del festival. Irrepetible. Vaya comienzo de día fue.
Tras el dúo donostiarra llegaba el turno de María José Llergo, la cordobesa de dulce voz y cálido acento andaluz, que vino para poner un toque flamenco al festival. Y bien que lo consiguió. Sufrí un poco viéndola envuelta en un vestido negro dándole el sol de lleno, a una hora (las 18:30) que era más para estar a la sombra que para otra cosa. Aún así ofreció un concierto de muchas raíces y buenas flores con olor a jazmín y un millón de besos y gracias, porque agradecida es la chiquilla, que pasó gran parte del concierto saludando a gente conocida que había venido a verla. Se la vio muy contenta e incluso emocionada de poder estar ahí, de tener esa oportunidad.
Sin salir de la comunidad pero saltando de provincia, la banda de rock 091 vino para ofrecer un concierto con cierto aire de nostalgia para muchos. Me pareció que no estaban para mucho brío, los vi un poco como desentrenados, a contrapié, incluso que les faltaba garra, pero tuvieron una buena acogida por la gran cantidad de público que ya peina canas y que mantiene un cariño casi visceral a canciones suyas como La Canción del Espantapájaros o, especialmente, La vida qué mala es. ¿Cuántas veces habré escuchado esta canción en mi vida? Uno de los inicios de canción más poderosos del rock español. No sé si los volveré a ver en directo, pero les di las gracias por todo lo disfrutado.
En el escenario pequeño tocaba una banda desconocida para mí, pero lo poco que había podido escuchar de ella en Spotify me transmitían buenas vibras, que dicen ahora los jóvenes, y nos acercamos a verlos un rato. Spiritual Cramp son una banda rock californiana con mucho ska, bastante garage, una pizca de punk y unas enormes ganas de divertir, o de pasárselo bien. Al menos esa es la sensación que me transmitieron. Daba la impresión de que ellos se lo estaban pasando pipa. El escenario no era muy grande y ellos a veces juntaban en el escenario seis componentes. No me quedó claro cuántos son en el grupo, porque entraban y salían de las tablas casi en cada canción. Lo pasamos bien viéndolos.
Tras el alocado concierto de Spiritual Cramp llegaba el momento más duro para mí. Por un lado Los Planetas, banda que ya he visto varias veces (creo que ésta era la cuarta ocasión) pero la primera vez que los vería en festival, y justo a la misma hora, como un solape tremendamente doloroso, Nikki Hill, a la que también he visto en directo con antelación. ¡Qué dilema! Hiciese lo que hiciese me iba a fastidiar y no habría consuelo posible. Finalmente me decanté por ver a Los Planetas, que siempre los había visto en teatros y nunca en festival, y supuse que habría cambios en cuanto a la elección de las canciones. Creo que acerté. Además el concierto de Los Planetas ocupaba más franja de horario y en principio iba a ser un concierto más largo, y bueno, me decidí por ellos. Efectivamente tocaron algunos temas que no había escuchado en directo nunca, como El rey de España o El negacionista. Fue un concierto estupendo.
Para acabar el festival, y como guinda, quedaba la actuación de Muse, que además tenían el privilegio de no solaparse con nadie. Todo el que estuviera allí podría verlos, desde más lejos o desde más cerca pero no sufrirían ningún solape. El sonido del festival en general fue más que bueno, yo diría que incluso brillante.
Centrándonos en el concierto de Muse, la verdad, traen un auténtico espectáculo visual además de musical. Su último disco no es para mí nada memorable, pero es cierto que en su carrera tienen algo más que un buen puñado de canciones. Tienen himnos generacionales y melodías que todos conocemos, aunque desconozcamos de qué banda es. Los británicos se presentaron puntuales con su contundente Will of the People. Poco a poco fueron sorprendiendo al público con varias sorpresas que tenían preparadas. A mí personalmente me gustan muchos los guiños a otras canciones que suelen hacer. En Hysteria tocaron el riff de Know your enemy de Rage Against The Machine y en Psycho el de Township Rebellion. Madness es una canción que yo esperaba con ganas, en Supermassive Black Hole hizo un guiño a Hendrix y su Foxy Lady, al igual que en Plug in Baby lo hizo con Sweet Child O'Mine.
Podrán gustar más o menos su puesta en escena, incluso sus canciones, pero Uprising o Starlight hicieron botar a todo el público que estaba entregado a una banda que lo daba todo en el concierto.
No tengo ni idea de cuánta gente había allí reunida para ver a la banda británica. Unas 20.000 he leído en prensa, pero recuerdo cuando comencé a escuchar a Muse, allá por el año 2001 cuando publicaron aquel Origin of Symmetry. Aquel disco lo quemé. No eran muy conocidos entonces y si alguna gira lo hubiera acercado por aquí, estoy seguro que me hubiera encantado ir, y probablemente con mucho menos público del que congregan ahora. Me he ido alejando de su discografía dependiendo de sus discos y de los discos de otros artistas que han ido absorbiendo mi tiempo. Lo cierto es que lo gocé de lo lindo.
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