Perros e hijos de perra es uno de esos libros que desde antes de abrir la primera página ya sabes que te van a gustar. Y los sabes porque es así, y ya está, no hay que darle más vueltas. No necesitas más que comenzarlo para corroborar que sí, que tenías razón y que ya te conoces lo suficiente como para equivocarte en este tipo de cosas. Hay otras cosas, en cambio, en las que uno es un verdadero desastre y está tan desconcertado y ausente de criterio que no hay manera de acertar, pero en este precisos caso, era evidente.
Un libro de un escritor que te gusta, tanto sus novelas como sus artículos, en una edición preciosa, esmerada y bien cuidada, con ilustraciones de Augusto Ferrer-Dalmau, que ya conocía de antes porque el propio Arturo Pérez-Reverte se había encargado de presentarlo con anterioridad en algunos de sus artículos, y cuyas ilustraciones, con una mano experta y maestra, pinta perros nobles, de miradas serenas y conmovedoras.
Los artículos del libro, que aunque son escasos son de calidad, tratan el tema principal de los perros, y todos desde el punto de vista de un hombre que, como yo, ama a los canes. Cuentan historias crueles y desgarradoras, pero también de amor y esperanza. A mí me ha encantado y es uno de esos libros que seguro dentro de unos años, si todavía sigo respirando por este mundo, me volveré a echar a los ojos. Son cosas que uno sabe, son así, y ya está, no hay que darle más vueltas.
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