martes, 5 de mayo de 2015

20.000 Days on Earth

Me senté frente al televisor para ver el documental titulado 20.000 Days on Earth, esperando encontrarme uno de esos documentales ególatras, centrados en las maravillas de un artista que escribió el guión con la intención de protagonizarlo él mismo sobre su misma persona haciendo de él. Es decir, que comencé a ver el documental asumiendo excépticamente que tal vez en treinta minutos ya hubiese saltado a otra cosa, a pesar de que había escuchado buenas críticas sobre el documental, y de que, además, soy un gran aficionado a la música de Nick Cave y acumulaba bastantes ganas de ver el documental, aunque eso sí, también lo hacía con algo de mala espina sobre el posible resultado.

Sin embargo, el documental me agradó. No afirmaré que es una obra de arte absoluta, pero sí que es un producto diferente a lo normalmente ofertado, incluso diré que bastante original y distinto a lo que esperaba. A mí me convenció. Nick parece más un minero en busca de la inspiración que un ser iluminado al que le llega una señal divina. Es cierto que en alguna ocasión se le ve algo pagado de sí mismo -lo cual, por otro lado, es hasta comprensible y justificable-. En general el documental trata sobre la creación artística y los momentos más relevantes en la vida de Nick Cave que sobre otra cosa, aunque en ocasiones se distancia para seguidamente retomar el camino.

Los diálogos tienen agilidad e ingenio y los monólogos son concisos y oportunos. La fotografía es bastante cruda y rugosa y las escenas en las que la escurrida figura de Nick Cave va conduciendo bajo la densa lluvia de Brighton, con el fondo de cielo entre plomizo y amarillento, confieren al documental un aire a la par sacrílego y decadente.

Un buen documental si tienes curiosidad sobre el proceso de la creación artística.

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