Hace pocas fechas fui a Cádiz, como ya he escrito antes por aquí, y una vez aparcado el coche y como no tenía que conducir hasta el día siguiente, me pimplé más de una y de dos cervezas. De entre todas las cervezas que tomé sólo una me traje para este blog que no había probado antes, una Belli Bock.
La Belli Bock es una lager alemana, rubia de alta graduación, 6.9 %, doble malta y de fermentación baja. A pesar de su considerable alcohol, es una cerveza suave y fresca y bastante dulce. Sigue la Ley Bávara de pureza, o, al menos, eso es lo que se indica en la etiqueta y, solo posee tres ingredientes: agua, malta de cebada y lúpulo. La espuma es bastante suelta y dulzona, con poca consistencia y además desaparece demasiado pronto. El color es dorado intenso, más claro de lo esperado para ser doble malta.
Me la tomé en los puestos del Mercado de Abastos del centro, acompañando unos caracoles en salsa y unas tagarninas esparragadas para chuparse los dedos, como a buen seguro hice. Estoy convencido que ningún alemán pensó que esta cerveza resultaría estupenda acompañando esta comida tan particular, pero yo les aseguro que mezclaban estupendamente en mi depósito.
El diseño de la botella es estándar, y en la etiqueta se muestran unos hombres jugando a las cartas, que, según me informo, dan nombre a la cerveza, pues existe un juego de cartas típico de la zona norte de Alemania, desde donde procede esta cerveza, en el que el siete de diamantes se le denomina así, Belli, que es también por lo visto un juego de cartas de la zona. En la etiqueta también se muestra el escudo de la zona con una leyenda que dice desde 1308 -¿?-. Que cada cual crea lo que quiera.
Como curiosidad añadiré que es una cerveza que sólo se elabora en primavera, en los verdes pastos de la montaña en mayo.
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