miércoles, 20 de mayo de 2015

Prepararse para lo inesperado

Con la edad las personas tendemos a ser menos ingenuos y a no creer en castillos en el aire. La vida va erosionando nuestras actitudes y nos amolda a una realidad más cruda. Pensamos más en el mañana inmediata que en el incierto futuro lejano por llegar. Imaginamos la situaciones posibles antes que las improbables. Vamos tomando partido por lo real antes que por lo imaginario. No es que andemos con pies de plomo pero tampoco galopamos a lomos de Pegaso.

En mi caso me he vuelto más escéptico y dubitativo, pero no menos diligente. Tomo decisiones porque hay que tomarlas y las tomo aún a sabiendas que quizás me esté equivocando, o, al menos, sin la certeza de estar acertando. Y es que cada vez creo menos en la naturaleza de la verdad absoluta o del correcto quehacer de las cosas. Casi nada que se me ocurra hacer, o dondequiera que tenga que intervenir o tomar una decisión mi pensamiento es claro. Al contrario, cada día mi razonamiento es más equívoco, y estoy seguro (o casi) de que cualquier decisión tendrá sus pros y sus contras, y que no siempre lo mejor es lo que más nos conviene ni lo peor es lo más inadecuado.

Por poner un ejemplo: conozco a un amigo que tuvo un accidente con la moto -mal asunto-, un error, tomó la decisión inadecuada y fue con sus huesos al  suelo (algo por lo que arrepentirse), sin embargo en las revisiones médicas después de la caída se le detectó un tumor, que seguramente, si no hubiese sido por la caída, no se hubiese detectado a tiempo. Aquel accidente, hace ya más de veinte años, le salvó la vida: no hay mal que por bien no venga.

Con el ejemplo anterior no quiero decir que crea en un destino escrito, ni en que todo esté preconcebido, ni que tenga una finalidad determinada. Todo lo contrario. En mi opinión nada está escrito, ni previsto. Todo es libre albedrío, simple capricho del azar, pero tampoco quiero decir con ello que haya que dejar las cosas al desgobierno de la sinrazón, no, hay que intentar hacer las cosas bien, porque somos el resultado de nuestros actos, y haciendo las cosas bien, normalmente, los resultados saldrán medio adecuadamente, pero no hay que descartar nunca, -repito- nunca, lo imprevisiblemente eficaz que es el azar en la vida. Así que, si les puedo recomendar algo, es que estén preparados para cualquier cambio, si es que fuese posible quizás estar preparado para lo inesperado.


No hay comentarios: