jueves, 14 de mayo de 2015

Arte callejero 32

Saber encontrar los momentos de felicidad depende más de nuestra exigencia que de nuestras posibilidades. Si somos muy restrictivos y exigentes a la hora de encontrar la felicidad, más complicado lo tendremos, y conforme más exigentes nos volvamos, más difícil resultará.

Por ejemplo, a veces, uno piensa: ¡qué daría yo por estar ahora mismo en una playa del Caribe, con todo incluido, tumbado en una hamaca, a la sombra de un cocotero, con los ojos cerrados mientras escucho las olas del mar! Y lo decimos, sabiendo que es muy complicado por muchas razones (la distancia, el tiempo, el dinero,...), y sin embargo, si nos conformáramos con ir a la playa de nuestra localidad en el fin de semana, tumbado sobre una toalla en la arena, bajo la sombra de una sombrilla, también podríamos cerrar los ojos y escuchar las olas del mar, y tal vez, incluso, pudiésemos tomar un buen espeto de sardinas con una cerveza helada en el chiringuito que, en realidad, puede que sea mejor que el bufé todo incluido del hotel.

Ya ven que es sencillo. A mi juicio todo depende de nuestras exigencias. Mientras más exigentes, menos felices, mientras menos exigentes, más felices. No es una ciencia exacta, pero casi. Por eso hay personas que sólo son felices un mes al año, o ni eso, y otras que son felices a diario. Saber disfrutar de las cosas sencillas es una garantía de calidad. Ustedes deciden. Yo lo intento cada día.



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