Hoy mi hijo, justo antes de ponerse las zapatillas de la playa, al comprobar que las zapatillas tenían motivos de Spiderman me pregunta si a mí de pequeño también me gustaba Spiderman. Le contesto que sí, que yo leía cómics de Spiderman y también tenía una bañador del Hombre Araña, porque en mi época no todas las cosas se llamaban por su nombre, sino que se adaptaban a nuestro idioma.
Luego, al cabo de un buen rato, vuelve a mi vera y me pregunta de nuevo si ahora me sigue gustando Spiderman. Le digo que sí, pero que conforme uno se va haciendo mayor pues van gustándole otras cosas más, y con su extrema curiosidad me pregunta que ¿el qué? Le contesto que el fútbol por ejemplo, y dice que a él también le gusta el fútbol y me explica que no por eso deja de gustarle Spiderman. De repente, con un gran sobresalto me confirma que ya sabe qué es lo que me gusta más ahora que a él no, yo con curiosidad le replico, ¿ah sí? ¿qué es eso que me gusta a mí y a ti no? Entonces, muy seguro de lo que dice, me informa de que lo que a mí me gusta más es: ¡trabajar!
Intento explicarle que trabajar no es, al menos para mí, una afición, sino más bien una obligación, pero no parece muy convencido con mi explicación. Entonces le cuento que yo de pequeño era más de Spiderman pero que, poco a poco, me fui haciendo de Batman, pero que no se preocupara... que a su debido tiempo lo entendería!
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