A veces al final del día, después de
arropar a los niños en sus camas, me siento delante de la pantalla del
ordenador y consulto las noticias de prensa, y el correo y finalmente
termino perdiéndome distraídamente por la inmensidad de webs
interesantes que voy hallando en Internet. Algunas veces visito librerías
de viejo, o galerías de arte, blogs de cine y música, o museos
interactivos o lo que surja, y en ocasiones también sueño despierto consultando vuelos y
posibles destinos para un viaje futuro, pero la mayoría de las veces
este sueño se ahoga en la dura y persistente realidad.
Pero
ocurre a veces que lo que una vez comenzó siendo una vaga ilusión, se
va poco a poco convirtiendo en una posible perspectiva real de viaje, en
un proyecto firme, de manera que las ganas de viajar y contemplar
nuevos horizontes supera y aparta los inconvenientes -o al menos los
atenúa- aunque sólo sea momentáneamente, como ha ocurrido en esta última
ocasión.
Un
vuelo extremadamente económico (15 euros por trayecto y persona -tasas
incluidas-), sin escalas, desde Málaga hasta Münster (Alemania), con un
horario relativamente aceptable y sobre todo con muchísimas ganas por nuestra parte, hicieron este sueño realidad. Así que cerrando
un poco los ojos y cruzando los dedos mi santa y yo buscamos un hueco
de tres noches y cuatro días para escaparnos juntos a Alemania. Y por supuesto que lo encontramos.
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