Hoy he querido festejar mi afortunado y fortuito encuentro con la poesía de Blas de Otero, escribiéndole este poema. Puede que parezca exceso de arrogancia o inmodestia colocar un poema mío junto a otro del poeta vasco, pero en realidad, como salgo maltrecho con la comparación, es casi un sonrrojante acto de agradecimiento.
Pueden leer el mío y olvidarlo, y deben leer el de Blas de Otero y amarlo.
Nuevos horizontes
Sin buscarlo, sino tropezando,
el nombre de un poeta cayó entre mis ojos.
Un poeta nuevo, desconocido para mí,
ya fallecido pero nunca olvidado.
Alegría por encontrar a Blas de Otero
pero simultáneamente
tristeza por perder sus días.
Buceo en sus palabras,
menudas, delgadas y sinceras,
nado por el oleaje de sus versos,
sobre las brisas de sus esquinas
y me ahogo en sus poemas.
Resplandezco ilusionado por sus nuevos horizontes,
antiguos paisajes ya mil veces visitados,
sin embargo, encuentro un poema vivo,
cercano y mundano,
escrito a ras de tierra,
una poesía que habla de mí.
Salvador Moreno Bonilla
Aire libre
Si algo me gusta, es vivir.
Ver mi cuerpo en la calle,
hablar contigo como un camarada,
mirar escaparates
y, sobre todo, sonreír de lejos
a los árboles...
También me gustan los camiones grises
y muchísimo más los elefantes.
Besar tus pechos,
echarme en tu regazo y despeinarte,
tragar agua de mar como cerveza
amarga, espumeante.
Todo lo que sea salir
de casa, estornudar de tarde en tarde,
escupir contra el cielo de los tundras
y las medallas de los similares,
salir
de esta espaciosa y triste cárcel,
aligerar los ríos y los soles,
salir, salir al aire libre, al aire.
Blas de Otero
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