Este mes como era de esperar voy a presentarles una cerveza alemana de esas que he probado en mi último viaje.
Era nuestra última noche en Alemania, estábamos en Münster, una ciudad encantadora, con calles formando un anillo que rodea la ciudad como un decorado auténtico de cuentos de navidad. La amplia plaza principal rodeada de edificios majestuosos daba al conjunto un inmenso sentido de belleza. Era noche cerrada y estábamos con los pies destrozados de pasear durante toda la jornada. Esa misma mañana habíamos estado visitando la Catedral de Colonia y gran parte de la ciudad. Al día siguiente, a media mañana, tendríamos que coger el coche en dirección al aeropuerto porque nuestro vuelo despegaba al final de la mañana. Acabábamos de sentarnos a descansar casi por primera vez en todo el viaje. El restaurante estaba decorado elegantemente con motivos navideños y estaba abarrotado de gente sonriente y con aspecto jovial, el aroma que inundaba el local era absolutamente balsámico. El camarero vino a tomarnos nota, y yo que le había echado el ojo a una cerveza que estaban probando en la mesa de al lado, le dije que quería una igual.
Aquella cerveza era una Brinkhoff's Nº 1 y me supo a gloria. La cerveza Brinkhoff's es una pilsener alemana, bastante suave y clara, con un 5% de alcohol y con espuma nívea y consistente, con un sabor final extraordinario. No tuve mucho tiempo de catarla porque me duró poco, lo que no es mala señal, y para la siguiente cerveza pedí otra distinta -ya saben, me gusta probar-. No sé si volveré a probarla en mi vida, pero sí que tiene un lugar privilegiado en el horizonte de las cervezas que he probado en el extranjero, al igual que los medallones de solomillo a la pimienta que devoré aquella noche. Se me hace la boca agua al recordarlo.
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