Acababa de bajar las escaleras del mercado central de mi localidad. Había comprado para almorzar unas coquinas, dos filetes de pez limón y unos boquerones bien frescos para freírselos a los niños. Tomaba el camino de vuelta a casa. Crucé por delante de la marquetería, giré en el quiosco de prensa, pasé por delante de la herboristería y observé que la cafetería, extrañamente, estaba cerrada. Dirijo distraídamente la mirada con curiosidad hacia el cartel que hay colocado en la puerta de cristal y compruebo que está cerrada por vacaciones, pero justo en ese momento, vuelvo la mirada de nuevo hacia el cartel y compruebo que no está cerrada, sino algo mucho más misterioso y enigmático: la cafetería está rerrada. Así que sonrío, saco el móvil y clic.
Supongo que serán la prisas por agarrar las vacaciones de verano.
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