Los milagros de la vida es otra de esas pequeñas joyas, en forma de libro, que nos dejó el magistral Stefan Zweig, uno de mis escritores favoritos. Lo ha editado Acantilado -como viene siendo habitual- y la traducción vuelve a estar a cargo de Berta Vías Mahou.
La historia es simple pero es extraordinariamente atractiva y adictiva. Posee ese enternecedor encanto que desprenden las cosas bien hechas y mejor elaboradas. El cuidado tamiz que utiliza el autor austriaco a la hora de describir los sentimientos íntimos es completamente efectivo y acertado.
La narración abarca un pequeño y trascendental período de tiempo de las vidas de los dos principales personajes: un pintor en la plenitud de su dotes profesionales que recibe el arriesgado encargo de pintar un cuadro de La Virgen con el Niño, para acompañar en un retablo a otro de increíble belleza, y el de una bella e inocente joven judía en la que el pintor imagina a la modelo perfecta para el cuadro que desea pintar. Y como no me gusta destripar libros, no voy a seguir contando nada más.
Pero sí puedo asegurarles que es un libro redondo, precioso y tiernamente sentimental.
La historia es simple pero es extraordinariamente atractiva y adictiva. Posee ese enternecedor encanto que desprenden las cosas bien hechas y mejor elaboradas. El cuidado tamiz que utiliza el autor austriaco a la hora de describir los sentimientos íntimos es completamente efectivo y acertado.
La narración abarca un pequeño y trascendental período de tiempo de las vidas de los dos principales personajes: un pintor en la plenitud de su dotes profesionales que recibe el arriesgado encargo de pintar un cuadro de La Virgen con el Niño, para acompañar en un retablo a otro de increíble belleza, y el de una bella e inocente joven judía en la que el pintor imagina a la modelo perfecta para el cuadro que desea pintar. Y como no me gusta destripar libros, no voy a seguir contando nada más.
Pero sí puedo asegurarles que es un libro redondo, precioso y tiernamente sentimental.
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