
La pintada es un claro mensaje desgarrador de queja pública, aunque, en mi opinión, sin mucho fundamento (seguro que él no opina lo mismo), porque la belleza, como todos hemos comprobado alguna vez, es subjetiva. Hay que saber valorarle al autor-sufridor que la frase comienza de manera respetuosa, casi compasiva, pero en las últimas palabras deja adivinar un hartazgo íntimo al que ha dado rienda suelta en una pared que ya de por sí estaba bastante maltratada.
¡Qué arte!
¡Qué arte!
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