Amo Madrid. Ni lo puedo ni lo quiero evitar. Amo su historia. Amo sus estrechas y angostas calles tanto como sus amplias y ricas avenidas. Me encanta esa Madrid castiza que siempre me queda por descubrir, que me sorprende en cada esquina. Esa ciudad inundada de gentío a cualquier hora.
Amo caminar por sus aceras sintiéndome uno más, como parecen hacer todos los que allí respiran. Nadie parece estar de paso, sino en casa. Esa ciudad que incluso llega a dar la sensación de ser un escenario efímero y recién montado, aunque nada más lejano de la realidad, pues siempre estuvo ahí. Amo también ese sentimiento de acogida que en ella se respira. Amo su agitación y su pausa. Sus museos y su ir y venir en metro. Amo su versatilidad, a veces tan de pueblo a veces tan cosmopolita. Amo sus barrios. Las cientos de ciudades que coexisten dentro una sola ciudad. Amo los coquetos y envejecidos tejados del Madrid de los Austrias y al mismo tiempo sus edificios institucionales, tan clásicos y decimonónicos. Amo sus fachadas. Las más exhibidas y orgullosas y aquellas tímidas e inmerecidamente olvidadas.
Madrid tiene ese no sé qué que contagia nada más llegar y desazona nada más salir. Amo sus plazas, sus fuentes, la Calle Mayor, con sus librerías de viejo y sus aceras estrechas. La Puerta del Sol, siempre tan bulliciosa y animada. Sus mercados, sus rastros, sus cines y teatros. Su cocina. Sus palacios. El Retiro. La playa Mayor...
Amo Madrid y cada vez que vuelvo a visitarla me reafirmo más en ello, por eso este pasado fin de semana he vuelto a amar Madrid.
1 comentario:
Me ha hecho mucha ilusión leer esos sentimientos que tienes a mi ciudad. Llevo ya casi 9 años fuera y la verdad es que a veces, pienso como sería mi vida allí... reconozco que con el tiempo, he ganado en calidad de vida, sin duda, pero de vez en cuando, lejos de mi tierra natal, cuando escucho la palabra Madrid, me siento orgulloso.
Gracias por el reconocimiento que le has hecho.
Un abrazo castizo
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