Comenzaré contándoles que no me considero para nada una persona supersticiosa, pero esta mañana, justo antes de colocarse en la fila del colegio, mi hijo pequeño, Miguel, ha vomitado cuatro veces. Una hora antes fui incapaz de levantarme para asistir a mi cita con la piscina, porque sin saber por qué estaba despierto, con los ojos como platos, desde antes de las seis de la mañana, y a la hora de iniciar la jornada diaria ya estaba hecho polvo.
En el trabajo, cuando el plóter acababa de empezar a plotear los planos, se jodió la correa de desplazamiento, y ahora está quietamente averiado. Casi doscientos euros va a costar la reparación, si no surge ningún imprevisto, que esperemos que así sea, y al menos nos retrasará un día la fecha de entrega del proyecto.
Hoy, por si no se han dado cuenta es martes y trece, y juega mi Málaga, ¡ay, ay, ay!
Otra foto de repelente de safaris.
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