miércoles, 5 de julio de 2023

007 al Servicio de su Majestad (1969)

Tras un larguísimo parón en cuanto a mi revisión de las películas de James Bond por orden cronológico, tarea que me propuse hace ya muchísimo tiempo, continúo con el perezoso propósito.

La sexta entrega de James Bond, 007 al Servicio de su Majestad (1969) se filmó con cambio de actor protagonista, George Lazenby sustituyó a Sean Connery, que decidió dejar la serie del agente secreto británico más famoso de todos los tiempos.

Hubo reemplazo de actor pero no de gustos, pues James Bond siguió siendo un sofisticado amante de beber Don Perignon del 57 y comer caviar Beluga del norte del Caspio, sin dejar de lado su talento para deshacerse de sus enemigos y mantener su magnetismo hacia las mujeres. Sin olvidar su Martini agitado pero no revuelto. 

Aunque no hay ni una sola localización en España -sí en Portugal-, es uno de los James Bond con más referencias españolas. Durante la película se muestra una fiesta en una plaza de toros, donde se ofrece una corrida de rejones y se exhibe mucho sombrero cordobés.

Otra curiosidad de la película es que hay un momento en el que James Bond espera que un mecanismo electrónico averigüe el código de una caja fuerte de seguridad, y mientras llega ese momento disfruta ojeando una revista Playboy, lo que en su momento fue una estrategia publicitaria novedosa. Y sólo para adultos.

Como es habitual en las películas de James Bond el protagonista no para un minuto quieto, monta a caballo, realiza persecuciones por carreteras con más curvas que una Coca Cola, huye esquiando bajo el fuego enemigo, viaja en helicóptero, en funicular, y reparte tortas en la playa, en habitaciones de hotel y allá donde se cruza con un enemigo.

Por supuesto no hay mujer fatal que se le resista. Ni puñetazo que lo noquee. Todo sale siempre a la perfección, incluso cuando parece indicar que ocurrirá lo contrario.  Bond es Bond. Ni un alud en los Alpes suizos puede con él, literalmente. 

Como en cada película de James Bond hay una canción que brilla, en este caso la canción es de Louis Armstrong - We have all the time in the world. Una preciosidad.

Al inicio de la película, una mujer fascinante da calabazas a Bond, a lo que el agente, haciendo un guiño al anterior protagonista, contesta: This never happened to the other one, que traducido sería algo así como: al otro nunca le pasaba esto. No es mal comienzo, aunque habrá que esperar al final para saber como termina.

Pd: Nótese que en 1969 las películas de James Bond estaban catalogadas como películas para "mayores de 18 años".


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