Había quedado en dejarle unos cuantos libros a un amigo y vecino, y le propuse que lo mejor sería que viniese a casa y así podría elegir él, y al mismo tiempo yo también podría aconsejarle sobre los libros que he leído. Fuimos entresacando libros de aquí, desordenando de allá hasta que seleccionó varios, entre ellos Memoria de mis putas tristes. Cuando lo tuve entre mis manos y se lo enseñé le pregunté si lo había leído y me dijo que no, que ese no, entonces le pregunté que cuáles había leído del escritor colombiano y entre los que había leído me nombró Relato de un náufrago. Ese no lo he leído yo -le apunté-, pues está muy bien -añadió-. Así que la siguiente vez que nos vimos me lo prestó.
Lo he mantenido apartado en la nueva estantería un par de semanas, porque tenía un par de ellos empezados, pero en cuanto he comenzado a leerlo no he podido parar. El relato está basado en un hecho real, lo cual, aumenta aún más la tensión y el dramatismo.
Es un relato extenso o una novela corta, lo mismo da, y se puede leer en una tarde, aunque yo lo he tenido que hacer en algunas más. Es muy entretenido y mantiene la tensión durante toda la lectura. Me hubiera gustado que se hubiera extendido un poco más, al menos hasta el reencuentro con la familia. Pero acabó donde acabó y no hay nada que hacer.
No creo que tenga mucho más que contar sobre este libro, el título ya cuenta suficiente, tan sólo que es una buena lectura. La recomiendo.
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