Llegan los primeros días de septiembre y aunque el sol todavía sigue pellizcando de lo lindo y los niños aún disfrutan de sus merecidas vacaciones, se puede apreciar que algo distinto nos envuelve. Este año, en el que además el primer día de septiembre coincide con un lunes, da la impresión de que el cambio parece más acentuado.
Septiembre suele llegar con grandes propósitos de futuro, con promesas cargadas de buena voluntad y de intenciones que el tiempo, juez de todo propósito a largo plazo, irá torciendo día a día. Sólo aquellos propósitos que verdaderamente nos importan, porque probablemente son los verdaderamente importantes, y aquellos que nos hemos autoimpuesto por nuestro propio interés y bajo nuestras propias iniciativas, será los que soportarán el constante e incesante paso de los días.
Ayer, como cada primeros de septiembre, inicié un régimen, pero esta vez, creo, voy en serio. Quiero decir que esta vez estoy decidido a conseguir algo más relevante que saltar un agujero al fijar la hebilla en el cinturón. Esta vez me he marcado como objetivo ponerme una camiseta que me traje de mi viaje de novios en Punta Cana, República Dominicana, y que desde entonces mantengo guardada, pues me la compré algo pequeña y no me la he podido poner nunca. ¿Publicaré alguna vez una foto mía con la camiseta?
Sólo puedo decir que este lunes cuando me pesé, después de varios meses sin hacerlo -no tenía peso-, la báscula subió hasta una alarmante cifra que mi vergüenza me impide compartir, y aunque este blog no es, ni mucho menos, un blog de superación y ejercicio, sino más bien de relajación y contemplación, prometo ponerle remedio lo antes posible por la parte que me toca.
Pero no se preocupen por las entradas de cervezas porque seguiré publicándolas ya que, aunque siento un repentino impulso de predisposición al sacrificio, tampoco me he vuelto loco ni nada de eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario