lunes, 6 de mayo de 2013

Sumida en el sueño - Revello de Toro

Desde que el anterior domingo vislumbré la posibilidad de una escapada a Málaga para el siguiente jueves, hice todo lo posible por apartar de la fecha cualquier compromiso o posible complicación que pudiese impedirme la visita a Málaga. Adelanté un trabajo, estreché y alargué los horarios para reunir todos los huecos posibles en ese día, en esa mañana, y al final lo conseguí.

El jueves por la mañana fui a Málaga -escapé a Málaga- y me reuní con mi buen amigo Miguel y nos dirigimos al Museo Revello de Toro, situado en el casco antiguo, en la que fue la vivienda de Pedro de Mena, ahora totalmente reformada, pues antes era -según me contó Miguel-  un bar de copas. Pagamos dos euros por cada entrada y como pueden imaginar, a ese precio, en la primera sala ya estaba rentabilizado el gasto. Todo un regalo.

El Museo Revello de Toro fue el último museo que visitó mi madre, y recuerdo que me dijo que fuese, que le había gustado mucho y que bien valía la pena visitarlo. Estuve a punto de hacerlo en un par de ocasiones, que incluso estuve cerca de la puerta, pero por una razón u otra no cuajaron las oportunidades. No quería esperar mucho para visitarlo, quería verlo tal y como ella lo vio, tal y como ella me lo recomendó.

De las obras expuestas en el museo difícilmente podría seleccionar cual de ellas me gustó más. Hay tantas. No podría elegir o escoger solamente una, pues el museo está repleto de obras magníficas. Cada una con un detalle distinto de la anterior: la intensidad de una mirada, el perfil sinuoso de unos labios, la belleza de la caída del cabello, la sugerente posición sobre una silla, la armoniosa dejadez de las manos, o la estilizada posición de los pies. Cuadros llenos de detalles, desde los fondos, que aparentan estar engañosamente abandonados, grisáceos y brumosos, descuidados, incluso algo desastrados, ocultando su presencia, resaltando de esta forma el detalle oportuno de cada pincelada principal.

El Museo, en sus tres plantas, muestra principalmente naturalezas muertas y mujeres, lo que supone una contraposición absoluta, ya que nada encierra más vida que una mujer, nada se aparta más diametralmente de una naturaleza muerta que una mujer. Y el museo está lleno de ellas, de mujeres desafiantes, mujeres dormidas, siempre sensuales, desnudas o desvistiéndose. La mujer como esencia de vida.

Sumida en el sueño - Félix Revello de Toro
(hacer clic en la imagen es obligatorio)
 
El cuadro que he seleccionado es quizás el más celebrado del museo. Sumida en el sueño, un óleo de 1998. Una obra que aglutina todo lo escrito anteriormente. Una mujer sensual, acostada en posición sensual, donde las manos ocupan un lugar principal, al igual que las piernas. El gris del fondo cede importancia a los detalles delanteros, al suelo ajedrezado, a los zapatos de tacón, a la inmaculada caída de la sábana, en definitiva a un cuadro magnífico.

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