En días como el de hoy en el que media familia está tumbada en la cama, derrotada, machacada literalmente por una gripe canalla, y la otra media, -incluido yo- estamos a punto de sucumbir a la misma gripe, notando ya los primeros síntomas. Pocas cosas quedan por hacer mejor que tumbarse en la cama con un libro entre las manos e ir leyéndolo a párrafos cortos y somnolientos, cuando la fiebre descanse su abrazo continuo y nos deje respirar, o quizá sentarse en el sofá y disfrutar de la energía que derrochan 22 hombres detrás de un balón. Poco más.
Pero de todas las posibilidades la que a mí más me gusta es tumbarme en la cama, agarrar unos buenos auriculares, hacer una buena selección de música y evadirme durante largos ratos. Echarme a volar.
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