Cuando termino de leer un libro, o incluso antes, comienzo a preseleccionar entre las estanterías de casa varios libros para que le sucedan. Títulos que me atraigan en ese momento, pero la mayoría de las veces ocurre que por mucho que uno quiera seleccionar de manera lógica sus propias lecturas, la elección es algo que depende de múltiples circunstancias que se escapan a uno mismo, porque aunque uno tenga elegidos varios libros para que entre uno de ellos finalmente se elija el siguiente, sucede que de alguna endiablada manera, a la hora de la elección, todo es puro azar.
En esta ocasión me ha vuelto a suceder algo similar. Estaba decidido a leer algún autor español contemporáneo, alguna novela con buen ritmo, pero de repente se me cruzó delante de los ojos uno de los libros de Stefan Zweig que ya he leído, así como el recuerdo de lo mucho que me gustó. Además acababa recientemente de publicar mi entrada sobre la cerveza Super Bock, aquella que me tomé sintiéndome el cervecero más occidental de la Europa continental junto al acantilado del Cabo da Roca, y recordé algunas de las cervezas que bebí en Bélgica y también en Holanda, y del concierto de Pearl Jam que vi en Rotterdam y lo bien que me supieron un par de cervezas que tomé durante aquel concierto, y me acordé también de aquel hombre que para muchos es considerado el primer europeo, Erasmo de Rotterdam, y su recuerdo me devolvió a Zweig y a su biografía sobre Erasmo, que tan buen sabor de boca me dejó, y comencé a disfrutar con el recuerdo de mi viaje a Rotterdam, y también con el de mi visita a la casa de Erasmo, en Anderletch, y del cuidado jardín que había adosado a la vivienda, y de la manera que aquel jardín me recordó a otro que contemplé en Viena, junto al Prater, y aquel recuerdo me retrotrajo de nuevo a Stefan Zweig, nacido en Viena, y todos estos recuerdos conectaron de alguna misteriosa y azarosa manera hacia un libro que compré en Lisboa pocos días antes o después de disfrutar de aquella cerveza de litro junto acantilado del Cabo da Roca. Un libro de Joseph Roth.
Aquel libro de la editorial Acantilado lo elegí porque me acordé de Viena y de Zweig y de una foto que una vez vi de Zweig y Joseph Roth juntos en la terraza de un bar, no sé si tomando cerveza, y aquel libro que compré en Lisboa estaba ambientado en la Viena de los años 20. Busqué el libro entre las estanterías y me sumergí en el primer párrafo: "La pequeña Fini se sentó en un banco en el Prater y la tibieza suave y acogedora de aquel día de abril la envolvió...".
Ya ven, las lecturas son consecuencias de puro azar de recuerdos y casualidades.
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