En ocasiones me encantan los días lluviosos. Todos, de vez en cuando, necesitamos alguna vez un día lluvioso. Asomarme a la ventana y ver la densa lluvia caer inclinada y lentamente me relaja. Suena absurdo pero es así. Otra cosa es el trastorno que provoca a la hora de salir, sobretodo si vas con niños, pero eso es otra historia bien diferente.
Les escribo sobre esos días en los que uno está en casa, y no le apetece salir a la calle, no tiene ningún plan ni encargo fuera de casa. Ocasiones en los que las zapatillas con calcetines de lana son el calzado para todo el día . Días en los que apetece más una sopa que un helado, un café más que una cerveza, algo de jazz más que de rock, un libro de Antón Chéjov antes que uno de Coetzee, en definitiva, un día lluvioso más que uno soleado...
2 comentarios:
HOLA, SIGO TU BLOG DESDE HACE TIEMPO Y CADA DÍA ME GUSTA MAS LEERTE. SIGUE ASI.
EDU
Hola Edu,
Muchas gracias por tus palabras de ánimo. Me alegra saber que te gusta el blog.
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