Ayer, en casa de unos amigos, justo antes del almuerzo, mientras consultaba distraídamente su escogida y cuidada biblioteca me detuve en un pequeño librito de poemas de Luis García Montero: Las flores del frío. Ya había leído algunos poemas sueltos del poeta granadino, y he estado en varias ocasiones a punto de comprarme algún libro, incluso tengo uno que me regalaron mi hermano y su señora -aunque no es de poesía- pero siempre -ahora me arrepiento- me había decidido finalmente por comprar el libro de algún otro autor.
Las flores del frío es un libro coqueto, chiquitín con un bonito grabado en la portada. Lo pedí prestado y en cuanto llegué a casa le metí mano. Hoy lo he terminado y ahora ando buscando por internet cual será mi próxima compra. Aquí un ejemplo de mi amor a primera vista:
Nueva salutación al optimista
Irene no conoce todavía
la palabra resaca.
Descentrada
con el raro bullicio de la gente
que hubo anoche en la casa,
duerme poco, penetra
ese olvido absoluto al que recurro
en mañanas difíciles,
salta por los barrotes
de su horario, se anuncia
con un grito de selva inexplorada,
corre por el pasillo hasta la cama,
de mi pelo se cuelga, con mi espalda fabrica
una pista de baile,
insiste repartida, telefónica,
parece que se escapa por fin, pero regresa
con urgencia de liebre despiadada.
Irene no conoce todavía
la palabra resaca.
Están así las cosas...
Es la primera vez
que la ira no afecta al importuno.
Juro que no repetiré, sé que no debo
acostarme tan tarde, tan borracho,
bajo un sol que ya tenga
mala cara de sueño y aspirina.
Luis García Montero
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