Benedetti festejaba sus cumpleaños en la misma fecha en la que mi mujer lo celebraba. Por eso, cada 14 de septiembre imaginé una complicidad inventada entre nuestras vidas. Una afinidad que traería simultáneamente, en ambos casos, abrazos, tartas y regalos.
Quizás debido a esta coincidencia siempre tuve querencia hacia los poemas de Benedetti. Quizás por eso, pero quizás, con más peso, debido a que sus poemas regaron el jardín de mi refugio, llenaron horas muertas, desesperadas, mientras esperaba el regreso de la que hoy es mi querida mujer, arrancada de mí por su forzado exilio becario en tierras anglosajonas.
Ahora he terminado de leer una antología poética que me ha vuelto a traer a la memoria versos olvidados, poemas que con su resaca aterciopelada han removido dentro de mí aquellos días en los que Benedetti era mi pasatiempo y noches en las que su Corazón coraza mecía mis párpados en noches de ojos abiertos.
Corazón coraza
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
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